Capitulo 29
Teddy nunca me había visto
así, y me di cuenta de que lo había dejado asombrado, y tal vez un poco enfadado, también,
como cuando alguien
veía que sus
nobles intenciones habían
sido pisoteadas. Se irguió y soltó un pequeño resoplido.
—Siento que pienses así
–dijo—. Creía que éramos amigos. Después de todo lo que…
Él mismo se interrumpió en
aquella ocasión, tal vez porque la punzada de ira que sentí se me reflejó en la
cara. Se quedó callado, y eso fue lo mejor que pudo ocurrir, porque a mí me
caía muy bien Teddy,
pero si
hubiera intentado hacerme
entrar en razón
diciéndome lo bueno
que había sido
conmigo, yo le habría respondido algo de lo que después
me hubiera arrepentido.
—No le he dicho a Pablo que
iba a venir a verte —dijo él—. Y creo que no se lo voy a decir.
—Seguramente, es lo mejor.
No le
di las gracias,
y nos separamos
con toda la
dignidad posible, teniendo
en cuenta las circunstancias. Sin embargo, aquel
encontronazo me había causado dolor de estómago. Tenía las palmas de las manos
sudorosas.
—¿Estás bien? —me preguntó
Mindy.
—Claro —dije. La mentira me
dejó un sabor amargo en la boca.
Ya debería estar
acostumbrada.
Puede que
haya algo que
yo deteste más
que levantarme temprano
un día en
que, técnicamente, no tendría
por qué hacerlo.
Los criaderos de
perros. Una herida
en la lengua.
El olor a
alcantarilla. Sin embargo,
realmente odio madrugar cuando podría estar acurrucada bajo las mantas,
soñando.
Pero no me quedaba más
remedio que hacerlo. Había aceptado el encargo de diseñar una carta para una cafetería
que había en mi calle.
El dueño quería
algo sencillo, pero
más bonito que
un texto fotocopiado en
papel de colores. Yo
tenía que hacer
las ilustraciones y
el diseño, y
encargarme de la impresión del trabajo y de los
envoltorios, paquetes y bolsas del establecimiento, lo cual requería visitar algunas
imprentas locales e investigar por Internet. Nada del otro mundo. Salvo que,
por supuesto, seguía trabajando para Foto Folks y recibiendo llamadas de
LaserTouch Studios, la empresa que me contrataba para hacer fotografías
escolares y deportivas.
Moví el ratón, cambiando
una vez más las especificaciones del documento para que se adaptara a los requisitos
de la página web de impresión que había seleccionado el cliente, no por su
calidad superior, por supuesto, sino
por el precio.
Dicha página web
no entendía la
superioridad de los
ordenadores
Apple, y aunque en el
servicio de atención al cliente me habían asegurado varias veces que mis
archivos debían cargarse sin problemas… sí había problemas.
—Ah, mierda —murmuré,
cuando la subida del archivo se interrumpió de nuevo, a media carga, por séptima
vez.
—¿Lali?
Yo me sobresalté y me di la
vuelta.
—Hola, Peter. ¿Qué tal?
Él entró por la puerta del
estudio; yo no me acordaba de que la había dejado abierta.
—He llamado a tu
apartamento, pero al ver que no respondías, pensé que estarías aquí arriba.
—Pues sí —dije yo,
sonriendo, e hice girar mi silla de oficina.
—¿Estás trabajando, o
jugando?
—Trabajando —dije yo—. ¿Y
tú, qué estás tramando?
Peter se dirigió hacia mí
con una deliberada lentitud, y cuando me alcanzó, yo ya había separado los muslos
para que él pudiera colocarse entre ellos. Incliné la cabeza hacia atrás para
mirarlo. Él me apartó el pelo de los hombros y me besó con dulzura.
—He venido a ver si quieres
acompañarme al Festival del Chocolate.
Yo arqueé una ceja y
enganché los dedos en su cinturón para mantenerlo cerca.
—¿Es hoy?
—Sí. Tengo entradas para la
jornada VIP. Todo el chocolate que puedas comer, más aperitivos, más champán y
música en vivo.
—Hordas de gente. Hay que
pegarse para conseguir un simple bocado de brownie de Sam’s Club. Es bastante
absurdo.
—Nada de
aglomeraciones —me prometió
él—. Sé de
buena tinta que
en la jornada
de puertas cerradas no hay demasiada
gente. Y hay champán, Lali.
Miré la pantalla del
ordenador y suspiré.
—Si pudiera subir este
endemoniado archivo, iría sin pensarlo.
—Entonces, tendremos
que conseguir subir
ese archivo —dijo
él. Se le
dibujó una sonrisa
en los labios, y la sonrisa le
alcanzó los ojos y lo convirtió en un pirata. Astuto, sexy, con el pelo
revuelto de un modo que me hizo pensar en él rodando por una cama.
—Concédeme unos minutos.
Necesito intentarlo otra vez, ¿de acuerdo?
—Claro.
Él no
me preguntó si
podía curiosear, sino
que se puso a pasear
sin más por
el estudio, mirándolo todo. Yo
lo observaba por el rabillo
del ojo mientras
variaba de nuevo
las especificaciones del documento y comenzaba a subirlo a la
página web una vez más. Yo no tenía allí ningún secreto que él no pudiera ver,
pero, de todos modos, me sentí un poco rara al verlo tomar uno de los gruesos
álbumes en los que conservaba copias de mis fotografías favoritas.
Sacó uno
del montón y
se lo llevó
a la butaca
que había delante
de los ventanales
delanteros del edificio. Se sentó
allí y comenzó a pasar las páginas con los dedos, y seguramente, yo fui la
única que sintió un cosquilleo.
—¡Sí! ¡Gracias
a Dios! —exclamé
un minuto después,
cuando por fin
apareció en la
pantalla una ventana que me
avisaba de que la carga del documento se había completado con éxito.
Tecleé rápidamente la
información del pedido del cliente, e hice una comprobación final del proceso.
Cuando, por fin, apreté la
tecla «Enter», giré en la silla y solté un grito de alegría.
Peter alzó la vista desde
el álbum, pero yo ya me había levantado y estaba haciendo una danza de la victoria. Él
marcó la página
con un dedo
y cerró el álbum, y
yo no me
sentí tonta, aunque
se estuviera riendo con ganas.
—¡Bum, bum, bum!
Meneé el trasero, me giré y
me agité un poco más. Di unos saltitos.
—¿Vamos a mi habitación?
Yo me detuve en seco, con
las manos plantadas en las caderas.
—¿No se suponía que ibas a
llevarme a comer todo el chocolate que pudiera?
Peter se levantó,
dejó el álbum
en la butaca,
me tomó la
muñeca y me
atrajo hacia sí.
Entonces
me agarró por
las caderas y
bailamos un poco,
lentamente, no moviendo
el trasero, como
había hecho yo, sino más bien frotándonos el uno contra
el otro.
—Bailas muy bien —le dije.
—Ya lo sé.
Le di una palmadita en el
hombro, pero cuando intenté separarme de él, se rio y me estrechó con fuerza.
—Se supone que tú tienes
que decirme que yo también bailo muy bien —le reproché.
—De verdad, yo estaba
admirando tus preciosos movimientos.
—Podríamos ir a bailar
alguna vez —dije, mientras seguíamos girando suavemente.
—¿Hay buenos sitios de
baile por aquí?
Yo bajé las manos hasta su
estupendo y duro trasero, y se lo estrujé.
—Claro. En Harrisburg.
—Pero no en Annville —dijo
Peter, y presionó suavemente su entrepierna contra la mía—. Qué sorpresa.
Yo le apreté el trasero con
más fuerza.
—Eh. Creía que habías dicho
que iba a gustarte vivir en un pueblo pequeño.
Una de
sus manos se
deslizó hacia arriba
y se posó
entre mis hombros,
y, antes de
que me diera cuenta, Peter me había inclinado tanto
hacia abajo que mis rizos tocaron el suelo. Sin embargo, aunque aquello me tomó
por sorpresa, no pensé ni por un momento que fuera a dejarme caer. Peter me
mantuvo allí un segundo, hasta que volvió a enderezarme entre sus brazos.
—¿Lo decía en serio?
—No lo sé, Peter. ¿Lo
decías en serio?
Él frunció los labios y
agitó la cabeza pensativamente.
—Me suena más a lo típico
que diría un tío que quiere impresionar a una guapísima casera para que le
alquile un apartamento.
—Y yo que creía que no
decías mentiras.
Dejamos de bailar y nos
quedamos inmóviles. Sin embargo, a mí me daba vueltas la cabeza.
—Entonces, seré un chico de
pueblo.
Yo me humedecí los labios.
Se los ofrecí. Su mirada se clavó en ellos; después, me dio un beso que no
parecía de un chico de pueblo.
Mi teléfono,
que estaba sobre
la mesa, sonó.
Era el tono
de Sarah, así
que de mala
gana, fui a responder
la llamada. Peter me
persiguió durante todo
el camino, así
que me estaba
riendo cuando contesté.
—¿Qué demonios te pasa?
—preguntó Sarah.
—Eh… nada. ¿Qué tal?
—Pues parece que alguien
tiene la mano metida en tus bragas.
—Ummm… no —dije, pero tuve
que retorcerme para que Peter dejara de besarme la clavícula. Sin embargo, no
lo remedié, porque cuando me di la vuelta comenzó a besarme la nuca.
Sarah soltó un resoplido.
—Ya. Saluda a tu novio de
mi parte.
—Como si lo fuera —dije yo.
Se lo habría hecho pasar mal, pero estaba distraída en aquel momento.
—¿Te hace cunnilingus?
—¿Cómo?
—Verás, siempre he pensado
que los gais podían hacer el amor con una mujer, pero un cunnilingus es algo
distinto. No creo que les cueste meterla en un sitio caliente y húmedo, pero ir
a buscar perlas…
—¿Esta conversación tiene
algún propósito? —le pregunté y, finalmente, conseguí zafarme de Peter, de sus
manos y de su lengua, e incluso alejarme unos cuantos pasos.
Él sonrió
desvergonzadamente.
—¿Aparte de
mi repentina y
desesperada necesidad de
analizar si un
tío puede hacer
un buen cunnilingus si la tía en
cuestión no le gusta de verdad, o si puede fingir que le excita? ¿Aparte de
todo eso?
—Sí, aparte
de tu repentina
y desesperada necesidad
de hablar del
sexo oral. ¿Tiene
algún otro propósito esta
conversación?
Alex había vuelto a
sentarse junto a la ventana y estaba mirando el álbum, pero me miró a mí cuando
me oyó mencionar el sexo oral. Me giré hacia la pantalla del ordenador para no
tener que ver su cara.
Revisé el
estado de mi
pedido y comprobé
que no había
recibido ningún correo
electrónico que necesitara mi
atención en aquel momento.
Después empecé a cerrar el
ordenador. Peter no me había dicho a qué hora debíamos marcharnos, pero yo
necesitaba darme una ducha y cambiarme de ropa, y por cómo habíamos estado
jugueteando un poco antes, pensé que tal vez todo aquello me tomara más tiempo
de lo normal.
—En realidad, no.
—¿No? ¿Lo dices en serio? ¿Me
has llamado solo para hacerme preguntas sobre tíos que hacen cunnilingus?
Aquello llamó la atención
de Peter. Por gestos, le pregunté a qué hora teníamos que irnos. A las once. Me
quedaban un par de horas hasta entonces, lo cual era tiempo de sobra para
arreglarme… siempre y cuando no acabáramos en la cama.
—Sí —dijo Sarah.
Continuará...
__________________________________Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
Me encantan las dos novelas
ResponderBorrarYa me estaba preguntando donde estaba peter...
Mmmaasssdfjhh
Jajaja y lali habla con su amiga de peter como rive no estuviera ahí Jajaja
ResponderBorrarbesos Naara
BorrarMe encantaaa maass
ResponderBorrarK desocupada esta Sarah
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