Capitulo 46
—Tú quieres tener hijos,
¿no? —me preguntó.
—Supongo que sí. ¿Y tú?
Peter dejó su tenedor en el
plato y asintió.
—Me gustan los niños. Sí.
Supongo que ya es hora, antes de que me haga más viejo.
Yo le arrojé un pequeño
trozo de pan; él lo atrapó con facilidad y se lo metió a la boca.
—Tú no eres viejo.
Sonrió, masticó el pan y se
lo tragó.
—No. Ya lo sé.
Me quedé callada durante un
rato, mientras comíamos. Pensé en las acusaciones que me había hecho mi madre;
sus palabras habían sido perversas, pero también tenían algo de razonable.
—¿Peter?
—¿Sí?
—¿A ti no te importa que
nuestro hijo no sea el primero que tengo yo?
Él dejó de nuevo el
tenedor, y me tomó de la mano.
—No, Lali. ¿Y a ti?
—No.
Me apretó los dedos.
—Admiro lo que hiciste.
—Mi madre
me dijo que
ningún hombre iba
a querer casarse
conmigo por haber
tenido una hija y
haberla dado en adopción. Que los hombres querían hijos propios. A mí me
pareció que era una tonta. Creo que ella lo pensaba porque yo era muy joven
—dije—. Pero de todos modos, fue un argumento muy pobre.
—Fue una maldad decirte
eso, y no me sorprende que estés enfadada.
—Bueno, ya no estoy
enfadada.
Él me apretó los dedos.
—¿Ah, no?
Me eché a reír.
—Bueno, de acuerdo. Me
duele. Pero… ¿a ti no te importa de verdad?
Peter apartó la silla de la
mesa y tiró de mi mano hasta que me sentó en su regazo. Yo apoyé la cabeza en
su hombro y jugueteé con uno de los botones de su camisa. Él me puso una mano
sobre la rodilla, y yo noté su calidez.
—Te quiero —me dijo—. Hayas
hecho lo que hayas hecho en el pasado, y hagas lo que hagas en el futuro.
Yo le desabroché un par de
botones de la camisa para poder deslizar la mano dentro.
—Eso suena como una frase
de novela romántica.
—He pasado mucho tiempo en
aeropuertos y aviones, y he leído novelas románticas.
—¿Por qué
yo? —le pregunté.
Estaba pidiéndole cumplidos
desvergonzadamente, sí. Pero
los necesitaba después de acordarme de las palabras de mi madre, y
después de lo que había pasado en el aparcamiento después del trabajo.
Peter se cambió mi peso
sobre las rodillas.
—Porque comiste
empanadillas de pollo para desayunar.
Yo me eché un poco hacia
atrás para mirarlo a la cara.
—Esa no es la respuesta que
esperaba.
—Y porque eres una de las
mujeres más guapas que he conocido —añadió—. Y porque tu talento me dejó atónito
la primera vez
que vi tus
fotos. Y porque casi
me ganas en
el Dance Dance
Revolution.
Casi. Pero, en realidad,
fue por las empanadillas de pollo.
Me eché a reír.
—¿Por qué?
—Me he
pasado mucho tiempo
con gente que
piensa que su
valor está relacionado
con su masa corporal. Hombres obsesionados con el
gimnasio, y mujeres que piensan que morirse de hambre es sexy.
Arqueé una ceja.
—Así que, en otras
palabras, me estás diciendo que yo soy…
—Voluptuosa —me interrumpió
él—. Neumática. Curvilínea. Espléndida.
Yo bajé la mirada hacia mi
pecho y mis muslos.
—Ummm…
—Lo que quiero decir es que
ninguna de las mujeres ni de los hombres con los que he estado durante los
últimos años se habría comido una empañadilla de pollo para desayunar.
—Pues parece que has pasado
mucho tiempo con la gente equivocada.
Él se encogió de hombros.
—No tengo
muchos amigos de
verdad, Lali. Pero tengo
mucho dinero, y
antes no tenía
nadie en quién gastármelo, solo
en mí mismo. Es fácil dejarse atrapar en un estilo de vida.
—¿Gente que se preocupa por
las marcas de la ropa, por ejemplo?
—Exacto. Para la gente con
la que me relacionaba, Crate and Barrel sería de un barrio bajo.
—No encontrarás mucha gente
de ese tipo en Annville.
Él sonrió y agitó la
cabeza.
—Dímelo a
mí. Tengo síndrome
de abstinencia por
un buen plato
de comida india
y una librería.
Vaya, creo que sería capaz
de pegar a una vieja con una merluza por tener una buena librería cerca.
—Pegar a… —me quedé
boquiabierta, y después me eché a reír.
Así eran las cosas con él.
Estábamos hablando de los misterios de la vida, y, al minuto siguiente, me había
provocado una carcajada.
—Bueno, en realidad no iría
tan lejos. Pero me gustaría que hubiera una librería cerca. Y un Starbucks.
Yo arrugué la nariz.
—No sabía que te gustaban
los Starbucks.
—No me gustan, pero todo el
mundo tiene uno cerca.
—En Annville no.
—No. Pero Annville te tiene
a ti.
Yo gruñí, aunque me
encantaba lo que había dicho.
—¿De qué novela romántica
has sacado eso?
—Oh, creo que se llamaba Pasión
en el maizal, o algo por el estilo —dijo. Me guiñó un ojo y tomó un bocado
de pasta. Después, me preguntó—: ¿Y por qué yo?
Yo ya
había estado haciendo
una lista. No
podía hacerle aquella
pregunta sin pensar
que también tendría que darle mi
respuesta.
—¿Te he contado alguna vez
que eres un TBPR?
Él se rio.
—¿Qué demonios es un TBPR?
—Un tío bueno de portada de
revista.
Él agitó el tenedor.
—Vale, me gusta. Sigue.
—No puedo decirte solo una
cosa. No hay un momento específico. Es como si… hubieras estado ahí
cuando necesitaba
a alguien, y yo hubiera
averiguado que no
necesitaba a cualquiera,
sino específicamente a ti.
Peter se relamió el aceite
de los labios.
—¿Aunque yo fuera todo lo
que tú habías jurado evitar?
—Tal vez
por eso mismo
—dije, e hice
girar el anillo
de compromiso para
que reflejara la
luz—.
Pero tenías razón al decir
que no eras como Pablo. Yo no podía seguir pensando que todos los hombres eran
como él. Es decir, creo que ni siquiera le habría dado una oportunidad a un hombre
heterosexual.
Él pestañeó.
—Tienes que tener cuidado
con esos hombres heterosexuales, Lali.
—Sí. Si es que existe tal
cosa.
—Oh, están por ahí fuera
—dijo Peter—. Pero son muy escasos.
Yo me estaba preguntando
cómo podía sacar a relucir mi encuentro con Pablo. Aquel me pareció un buen
momento.
—Esta noche he visto a
Pablo. Me estaba esperando después del trabajo. Estaba enfadado porque yo no le
hubiera contado personalmente que íbamos a casarnos.
La expresión de Peter se
volvió reservada.
—¿De veras?
—Sí. Me lo echó en cara,
como si yo le debiera algo.
—¿Y crees que se lo debes?
—¡No! Pablo y yo tenemos
una historia en común, pero yo no le debo nada en absoluto.
Peter asintió. Yo mojé un
poco de pan en el aceite de mi plato, pero no me lo comí. Bebí un sorbo de vino.
—Teddy y él han roto.
Peter se encogió de
hombros.
—¿Te ha contado por qué?
—Dice que ha sido porque se
ha acostado con tíos, pero Teddy y él tenían un acuerdo al respecto.
Peter entrecerró los ojos.
—No es infidelidad si una
pareja está de acuerdo. Si no lo está, entonces es un engaño.
—Sí, supongo que sí. Yo
nunca entendí ese acuerdo, pero no era asunto mío. De todos modos, me sorprendió.
Peter se encogió de hombros
una vez más.
—Él… estaba muy disgustado.
Dijo que Teddy le había dicho que Pablo estaba tan desquiciado por lo que había
pasado conmigo…
Peter soltó una carcajada.
—¿Intentó echarte a ti la
culpa?
—No te preocupes, le dije a
Pablo que no tenía razón, que el pasado era el pasado y que no estaba interesada
en analizar qué era lo que había salido mal.
Peter dejó su tenedor en el
plato cuidadosamente.
—¿Quería que le dieras
explicaciones? ¿De qué demonios va todo esto?
—Estaba diciendo
tonterías, Peter. Está
muy disgustado, y
siempre ha habido
un vínculo entre nosotros. Creo que pensó que yo estaría
ahí para apoyarlo una vez más, como siempre he hecho.
—Eso es de mala persona.
—Es cierto. Pero yo no
estoy interesada. Aunque él me ofreció una fantasía del Playgirl: hacer un
trío…
—¿Qué?
—Pablo pensó que, como tú y
él… y él y yo…
—No. Ni hablar.
—No creo que lo dijera en
serio, Peter.
—No me importa lo que
dijera en serio o no. Es imposible. Yo no comparto. Con nadie.
—Está bien —dije—. Siento
habértelo contado. Yo tampoco estaba interesada en nada por el estilo.
Él me miró, y
su expresión se
suavizó un poco.
Me tomó la
mano y tiró
de mí para
besarme con fuerza. Después me
miró a los ojos.
—Te quiero —dijo—. Nada de
jueguecitos. Solo tú.
Su respuesta me dio un poco
de miedo, pero también me halagó. Lo besé con más suavidad de la que él me
había besado a mí.
—Yo no deseo a nadie más,
Peter. Solo a ti.
Él no sonrió.
—Si vuelve a acercarse a
ti, le voy a dar una paliza.
No estaba segura de si
Peter hablaba en serio, pero le acaricié la cara.
—¿Tienes celos? Antes no
los tenías.
Él me besó la mano.
—Antes, él no te deseaba.
Entonces, se
levantó y empezó
a recoger la
mesa, y yo
lo seguí. El
momento pasó. A
los pocos minutos me había hecho
reír otra vez, y a mí se me olvidó todo.
Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
Peter celosoooo!!
ResponderBorrarAyy me encanta la relacion q tienen!
ResponderBorrarMaaas
Mmaasssss
ResponderBorrarPaso rapido que se agota el internet del cel
Por dios, AMO TUS NOVELAS, te juro que no puedo amarlas mas. Quiero maaaaaas!!!!!!
ResponderBorrarMira el otro blog que ahí te firme sii??? espero tus novedadeeeesssss, te quieroo
Novesdepeterylali.blogspot.com pasate amigaaa:)
Maaaaaaaaassss! quiero cap zarpadooooo
ResponderBorrarMAAAAAAAAAAAAASSS
ResponderBorrar