lunes, 27 de enero de 2014

Capítulo 46

Novela: "Al desnudo"
Capitulo 46
—Tú quieres tener hijos, ¿no? —me preguntó.
—Supongo que sí. ¿Y tú?
Peter dejó su tenedor en el plato y asintió.
—Me gustan los niños. Sí. Supongo que ya es hora, antes de que me haga más viejo.
Yo le arrojé un pequeño trozo de pan; él lo atrapó con facilidad y se lo metió a la boca.
—Tú no eres viejo.
Sonrió, masticó el pan y se lo tragó.
—No. Ya lo sé.
Me quedé callada durante un rato, mientras comíamos. Pensé en las acusaciones que me había hecho mi madre; sus palabras habían sido perversas, pero también tenían algo de razonable.
—¿Peter?
—¿Sí?
—¿A ti no te importa que nuestro hijo no sea el primero que tengo yo?
Él dejó de nuevo el tenedor, y me tomó de la mano.
—No, Lali. ¿Y a ti?
—No.
Me apretó los dedos.
—Admiro lo que hiciste.
—Mi  madre  me  dijo  que  ningún  hombre  iba  a  querer  casarse  conmigo  por  haber  tenido  una  hija  y haberla dado en adopción. Que los hombres querían hijos propios. A mí me pareció que era una tonta. Creo que ella lo pensaba porque yo era muy joven —dije—. Pero de todos modos, fue un argumento muy pobre.
—Fue una maldad decirte eso, y no me sorprende que estés enfadada.
—Bueno, ya no estoy enfadada.
Él me apretó los dedos.
—¿Ah, no?
Me eché a reír.
—Bueno, de acuerdo. Me duele. Pero… ¿a ti no te importa de verdad?
Peter apartó la silla de la mesa y tiró de mi mano hasta que me sentó en su regazo. Yo apoyé la cabeza en su hombro y jugueteé con uno de los botones de su camisa. Él me puso una mano sobre la rodilla, y yo noté su calidez.
—Te quiero —me dijo—. Hayas hecho lo que hayas hecho en el pasado, y hagas lo que hagas en el futuro.
Yo le desabroché un par de botones de la camisa para poder deslizar la mano dentro.
—Eso suena como una frase de novela romántica.
—He pasado mucho tiempo en aeropuertos y aviones, y he leído novelas románticas.
—¿Por  qué  yo?  —le  pregunté.  Estaba  pidiéndole  cumplidos  desvergonzadamente,  sí.  Pero  los necesitaba después de acordarme de las palabras de mi madre, y después de lo que había pasado en el aparcamiento después del trabajo.
Peter se cambió mi peso sobre las rodillas.
—Porque comiste empanadillas de pollo para desayunar.
Yo me eché un poco hacia atrás para mirarlo a la cara.


—Esa no es la respuesta que esperaba.
—Y porque eres una de las mujeres más guapas que he conocido —añadió—. Y porque tu talento me dejó  atónito  la  primera  vez  que  vi  tus  fotos. Y  porque  casi  me  ganas  en  el  Dance  Dance  Revolution.
Casi. Pero, en realidad, fue por las empanadillas de pollo.
Me eché a reír.
—¿Por qué?
—Me  he  pasado  mucho  tiempo  con  gente  que  piensa  que  su  valor  está  relacionado  con  su  masa corporal. Hombres obsesionados con el gimnasio, y mujeres que piensan que morirse de hambre es sexy.
Arqueé una ceja.
—Así que, en otras palabras, me estás diciendo que yo soy…
—Voluptuosa —me interrumpió él—. Neumática. Curvilínea. Espléndida.
Yo bajé la mirada hacia mi pecho y mis muslos.
—Ummm…
—Lo que quiero decir es que ninguna de las mujeres ni de los hombres con los que he estado durante los últimos años se habría comido una empañadilla de pollo para desayunar.
—Pues parece que has pasado mucho tiempo con la gente equivocada.
Él se encogió de hombros.
—No  tengo  muchos  amigos  de  verdad, Lali.  Pero  tengo  mucho  dinero,  y  antes  no  tenía  nadie  en quién gastármelo, solo en mí mismo. Es fácil dejarse atrapar en un estilo de vida.
—¿Gente que se preocupa por las marcas de la ropa, por ejemplo?
—Exacto. Para la gente con la que me relacionaba, Crate and Barrel sería de un barrio bajo.
—No encontrarás mucha gente de ese tipo en Annville.
Él sonrió y agitó la cabeza.
—Dímelo  a  mí.  Tengo  síndrome  de  abstinencia  por  un  buen  plato  de  comida  india  y  una  librería.
Vaya, creo que sería capaz de pegar a una vieja con una merluza por tener una buena librería cerca.
—Pegar a… —me quedé boquiabierta, y después me eché a reír.
Así eran las cosas con él. Estábamos hablando de los misterios de la vida, y, al minuto siguiente, me había provocado una carcajada.
—Bueno, en realidad no iría tan lejos. Pero me gustaría que hubiera una librería cerca. Y un Starbucks.
Yo arrugué la nariz.
—No sabía que te gustaban los Starbucks.
—No me gustan, pero todo el mundo tiene uno cerca.
—En Annville no.
—No. Pero Annville te tiene a ti.
Yo gruñí, aunque me encantaba lo que había dicho.
—¿De qué novela romántica has sacado eso?
—Oh, creo que se llamaba Pasión en el maizal, o algo por el estilo —dijo. Me guiñó un ojo y tomó un bocado de pasta. Después, me preguntó—: ¿Y por qué yo?
Yo  ya  había  estado  haciendo  una  lista.  No  podía  hacerle  aquella  pregunta  sin  pensar  que  también tendría que darle mi respuesta.
—¿Te he contado alguna vez que eres un TBPR?
Él se rio.


—¿Qué demonios es un TBPR?
—Un tío bueno de portada de revista.
Él agitó el tenedor.
—Vale, me gusta. Sigue.
—No puedo decirte solo una cosa. No hay un momento específico. Es como si… hubieras estado ahí
cuando  necesitaba  a  alguien,  y  yo  hubiera  averiguado  que  no  necesitaba  a  cualquiera,  sino específicamente a ti.
Peter se relamió el aceite de los labios.
—¿Aunque yo fuera todo lo que tú habías jurado evitar?
—Tal  vez  por  eso  mismo  —dije,  e  hice  girar  el  anillo  de  compromiso  para  que  reflejara  la  luz—.
Pero tenías razón al decir que no eras como Pablo. Yo no podía seguir pensando que todos los hombres eran como él. Es decir, creo que ni siquiera le habría dado una oportunidad a un hombre heterosexual.
Él pestañeó.
—Tienes que tener cuidado con esos hombres heterosexuales, Lali.
—Sí. Si es que existe tal cosa.
—Oh, están por ahí fuera —dijo Peter—. Pero son muy escasos.
Yo me estaba preguntando cómo podía sacar a relucir mi encuentro con Pablo. Aquel me pareció un buen momento.
—Esta noche he visto a Pablo. Me estaba esperando después del trabajo. Estaba enfadado porque yo no le hubiera contado personalmente que íbamos a casarnos.
La expresión de Peter se volvió reservada.
—¿De veras?
—Sí. Me lo echó en cara, como si yo le debiera algo.
—¿Y crees que se lo debes?
—¡No! Pablo y yo tenemos una historia en común, pero yo no le debo nada en absoluto.
Peter asintió. Yo mojé un poco de pan en el aceite de mi plato, pero no me lo comí. Bebí un sorbo de vino.
—Teddy y él han roto.
Peter se encogió de hombros.
—¿Te ha contado por qué?
—Dice que ha sido porque se ha acostado con tíos, pero Teddy y él tenían un acuerdo al respecto.
Peter entrecerró los ojos.
—No es infidelidad si una pareja está de acuerdo. Si no lo está, entonces es un engaño.
—Sí, supongo que sí. Yo nunca entendí ese acuerdo, pero no era asunto mío. De todos modos, me sorprendió.
Peter se encogió de hombros una vez más.
—Él… estaba muy disgustado. Dijo que Teddy le había dicho que Pablo estaba tan desquiciado por lo que había pasado conmigo…
Peter soltó una carcajada.
—¿Intentó echarte a ti la culpa?
—No te preocupes, le dije a Pablo que no tenía razón, que el pasado era el pasado y que no estaba interesada en analizar qué era lo que había salido mal.
Peter dejó su tenedor en el plato cuidadosamente.
—¿Quería que le dieras explicaciones? ¿De qué demonios va todo esto?
—Estaba  diciendo  tonterías,  Peter.  Está  muy  disgustado,  y  siempre  ha  habido  un  vínculo  entre nosotros. Creo que pensó que yo estaría ahí para apoyarlo una vez más, como siempre he hecho.
—Eso es de mala persona.
—Es cierto. Pero yo no estoy interesada. Aunque él me ofreció una fantasía del Playgirl: hacer un trío…
—¿Qué?
—Pablo pensó que, como tú y él… y él y yo…
—No. Ni hablar.
—No creo que lo dijera en serio, Peter.
—No me importa lo que dijera en serio o no. Es imposible. Yo no comparto. Con nadie.
—Está bien —dije—. Siento habértelo contado. Yo tampoco estaba interesada en nada por el estilo.
Él  me  miró,  y  su  expresión  se  suavizó  un  poco.  Me  tomó  la  mano  y  tiró  de  mí  para  besarme  con fuerza. Después me miró a los ojos.
—Te quiero —dijo—. Nada de jueguecitos. Solo tú.
Su respuesta me dio un poco de miedo, pero también me halagó. Lo besé con más suavidad de la que él me había besado a mí.
—Yo no deseo a nadie más, Peter. Solo a ti.
Él no sonrió.
—Si vuelve a acercarse a ti, le voy a dar una paliza.
No estaba segura de si Peter hablaba en serio, pero le acaricié la cara.
—¿Tienes celos? Antes no los tenías.
Él me besó la mano.
—Antes, él no te deseaba.

Entonces,  se  levantó  y  empezó  a  recoger  la  mesa,  y  yo  lo  seguí.  El  momento  pasó.  A  los  pocos minutos me había hecho reír otra vez, y a mí se me olvidó todo.

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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D 

6 comentarios:

  1. Mmaasssss

    Paso rapido que se agota el internet del cel

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  2. Por dios, AMO TUS NOVELAS, te juro que no puedo amarlas mas. Quiero maaaaaas!!!!!!
    Mira el otro blog que ahí te firme sii??? espero tus novedadeeeesssss, te quieroo

    Novesdepeterylali.blogspot.com pasate amigaaa:)

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  3. Maaaaaaaaassss! quiero cap zarpadooooo

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Amor y Paz :D
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