Capitulo 47
Tenía un anillo en el dedo,
pero no tenía fecha para la boda, ni idea de cómo iba a ser el vestido, ni la ceremonia,
ni la fiesta.
El matrimonio en
sí me parecía
más importante que
la boda, y eso prácticamente
ya lo teníamos.
No vivíamos
juntos, pero las
puertas del edificio
estaban cerradas, y
las de nuestros
apartamentos
estaban siempre
abiertas, de modo
que nos movíamos
de arriba abajo
como si todo
fuera la misma vivienda, tal y como yo había soñado
que podía ser un día.
Casi todos
los días, cuando
volvía de trabajar,
me encontraba la
comida hecha, o
algún plan para salir. Peter siempre me
invitaba, y era
agradable que me
cortejara así. Flores,
cenas, regalitos para hacerme sonreír… Nunca había tenido un
novio tan atento.
—No tienes por qué —le dije
un día, cuando me entregó un precioso camisón de seda que yo había visto en un
catálogo.
—Solo dame las gracias
—dijo Peter.
Yo lo acaricié con los
dedos, pensando en que tenía que irme a trabajar en mi página web, a colgar algunas
fotografías en el blog y a editar algunas imágenes que había tomado en el
taller de trabajo. Había hecho dos turnos en Foto Folks para sustituir a una
compañera a quien habían sacado la muela del juicio.
Estaba cansada y excitada a
la vez, y tenía hambre. Quería hacer el amor, comer algo y acurrucarme con
Peter delante de la televisión.
—Póntelo —me sugirió él.
No tuve la fuerza de
voluntad necesaria para resistirme a él. Me quité la ropa y dejé que el camisón
se me deslizara por el cuerpo. Di una vuelta, y la seda me acarició la piel.
Yo no creía que él hubiera
ido a trabajar aquella mañana, pero de todos modos, llevaba una camisa y unos
pantalones de vestir. No llevaba corbata, y tenía los dos primeros botones
desabrochados. Se había peinado hacia atrás. Me estaba mirando con una sonrisa
mientras yo movía las caderas.
Me quité
las braguitas, y le brillaron
los ojos. Peter se sentó
en una butaca
de cuerpo y
me miró mientras yo bailaba
lentamente, al son de la música que él había puesto en el iPod.
Yo no aparté la mirada de
sus ojos.
Empezó una canción más
rápida, y yo empecé a agitarme, a mover el trasero y el pecho. Me senté en
su regazo
y me froté
contra su erección;
el hecho de
que a él
le pareciera provocativo
aquel bailecito medio tonto y
medio sexy me excitaba aún más que el propio baile. Me subí un poco el camisón
por los muslos, para mostrarle mi sexo, y después me giré para mirarlo por
encima de mi hombro. Me ahuequé el pelo y saqué el trasero. Hice un par de
poses de actriz porno y los dos nos echamos a reír. Sin embargo, a él se le
cortó la respiración.
Entonces me
senté en su
regazo y apoyé
la espalda en
su pecho, la
cabeza en su
hombro. Él no me había tocado
ni una sola
vez; supongo que
me estaba siguiendo
la corriente en
aquella fantasía de stripper. Moví el trasero por su
erección, lentamente, y me senté a horcajadas sobre sus muslos. La seda se me
había subido por las piernas, y a cada movimiento de mis caderas, mi clítoris
se frotaba contra él.
No guardamos silencio
durante todo aquello. Él me decía lo sexy que estaba, y lo mucho que deseaba tocarme, hacerme
el amor. Yo le dije
que deseaba saborear
su miembro. Eran
palabras sexuales, no siempre coherentes. No importaba que
sonaran ridículas; para nosotros tenían valor.
Yo alcé el trasero.
—Desabróchate el cinturón.
Sácatela.
Él obedeció. Yo me deslicé
sobre él. La seda se me bajó de las caderas y le cubrió el regazo. Me incliné
un poco hacia delante, con las manos apoyadas en sus rodillas y las piernas
apretadas.
Su pene me rozaba el punto
G en aquel ángulo, y, sin poder evitarlo, gemí.
—Acaríciame el clítoris.
Él pasó
la mano hacia
delante, tal y
como yo le
había pedido. Entonces,
yo empecé a
empujarme
hacia arriba
y hacia abajo,
lentamente, al ritmo
de los círculos
que él dibujaba
con el dedo.
Cerré los ojos; mi
cuerpo ya se
estaba estremeciendo. El
camisón se movió
y dejó mi
pecho al aire.
El pelo me cayó sobre la cara.
No podía pensar en un
título para aquella sucesión de imágenes. No podía pensar en otra cosa que en el
deseo que se estaba acumulando entre mis piernas. Me moví un poco más deprisa.
—Voy a correrme —me
advirtió él—. Olivia…
—Un minuto más —le rogué,
con la voz entrecortada.
Más deprisa. Más rápido. Su
mano se movía a la perfección. Peter emitió un sonido gutural, y supe que iba a
llegar al orgasmo. Al oírlo, yo lo acompañé.
Después, mientras
el placer iba
desvaneciéndose poco a
poco, fui dándome
cuenta de que
tenía
calambres en
los dedos de los pies,
y de que
me temblaban los
muslos, por haber
empujado con tanta fuerza
contra el suelo
de madera. Por
dentro me sentía
un poco dolorida
debido al ángulo
de aquella posición, pero no de
un modo desagradable. Me levanté de su regazo y me puse en pie.
Peter me sonrió. Su ropa
apenas se había descolocado.
—Eso ha valido bastante más
que un puñado de dólares.
Yo le
arrojé un cojín
del sofá a
la cara. Él lo esquivó
en el último
segundo, aunque conseguí despeinarlo un poco.
—Listo.
—Ese soy yo.
Hice una mueca y me alejé
hacia la cocina. Tomé un vaso de agua fría, y abrí la nevera para sacar comida.
Peter se acercó por detrás de mí, e hizo chocar su entrepierna contra mi
trasero.
—Ah, disculpa —dijo, sin
sentirlo en absoluto—. No te había visto.
Yo me giré con las manos
llenas de fiambre y mostaza. Él me abrazó de todos modos, y me besó, y a mí no
me importó sentir la frialdad del frasco de cristal contra el vientre. Después
me soltó; yo hice la comida, nos la comimos, y él lavó los platos mientras yo
me duchaba. Entonces, ya no hubo manera de engañarme a mí misma pensando que
iba a conseguir trabajar algo. No fui capaz de subir al estudio.
Así pues,
mientras Peter se duchaba, tomé
mi ordenador portátil
y me senté
en el sofá.
Busqué el perfil de Peter en
Connex, pero no apareció nada. O no tenía, o lo mantenía en privado. Yo puse al
día mi estado con un
«amor, buena comida
y descanso». Después
miré el perfil
de Pablo, que
no había cambiado. Todavía decía
que era la pareja de Teddy; por el contrario, Teddy había borrado su perfil.
Yo no iba a molestarme más
por aquel drama. Miré algunos mensajes de amigos a quienes rara vez veía en
persona, y busqué las últimas fotos de Sarah. Había varias de ella acompañada
con un chico muy guapo, moreno, con
muchos tatuajes. Comenté
uno de ellos
con un signo
de interrogación. Ella
me entendería.
Después revisé mi correo
electrónico, y encontré un mensaje de mi madre.
Lo estaba
leyendo por segunda
vez cuando Peter salió de
la ducha con
una toalla alrededor
de la cintura y otra en la
cabeza. Tal vez quisiera resultar divertido, o aquello no tuviera nada de
irónico. Esa era una de las cosas que más me gustaba de él: jamás se sentía
absurdo, y jamás se disculpaba por nada de lo que hacía.
—¿Qué pasa? —me preguntó,
con cara de preocupación.
Yo no me había dado cuenta
de que tenía el ceño fruncido, y sonreí.
—Tengo un correo
electrónico de mi madre. Quiere venir a visitarme.
—Ah, muy bien —dijo él. Se
quitó la toalla de la cabeza y comenzó a secarse vigorosamente el pelo.
Después me miró con
atención—. ¿Y eso es malo?
—No, no es malo. Solo…
raro.
—Ah —dijo Peter. Se puso la
toalla sobre un hombro, y las manos en las caderas—. Bueno, por lo menos no es
malo.
—Ella nunca
viene aquí porque
es un viaje
demasiado largo para
hacerlo en un
día, o al
menos siempre me ha dicho eso; y también porque no puede alojarse en mi
casa, y porque no puede comer.
Él asintió, como si me
entendiera, pero me preguntó:
—¿Y por qué no?
—No es kosher.
—¿Y no puedes prepararle
algo kosher?
—Aunque le
comprara comida kosher, los
platos y los
cubiertos no lo
son. Supongo que
el aire tampoco —expliqué.
Aquello era un punto de fricción, no solo conmigo, sino también con mis
hermanos, que vivían lejos—. Para mi madre es muy importante.
Peter frunció el ceño y se
colocó detrás de mí para ver el mensaje.
—¿Más importante que ver a
sus hijos?
—Supongo que sí.
—Pues yo creo que a Dios le
importa menos lo que comes que cómo tratas a tus seres queridos — dijo Peter—.
Además, ella podría traerse su propia comida. Comer en platos de papel, ¿no?
—Sí, pero nunca lo ha
hecho.
—Pero ahora quiere hacerlo,
¿no?
—No sé lo de la comida
—dije yo, señalando la pantalla del ordenador—, pero dice que le gustaría venir
a visitarme un día, o tal vez quedarse a dormir y estar un par de días aquí.
Él me apretó el hombro.
—Pues pregúntale que cuándo
puede venir.
—No sé.
Tendré que ver
si puedo conseguir
días libres en el trabajo,
pero, realmente, no
puedo permitírmelo, Peter.
—Lali, nena —me dijo al
oído, antes de besarme la oreja—, no tienes por qué preocuparte de nada de eso.
¿Es por el dinero? Ya te he dicho que no te preocupes.
Me giré para mirarlo.
—Tengo que pagar las
facturas.
Él sonrió y se encogió de
hombros.
—¿Sabes? Cuando estemos
casados…
—Pero todavía no lo estamos.
Él volvió a encogerse de
hombros.
—Tu madre puede venir de
todos modos. Yo estaré aquí mientras tú estés trabajando.
—¿De verdad? ¿Tú estarías
dispuesto a entretener a mi madre?
—A mi futura suegra —dijo
él—. Claro, ¿por qué no?
Yo me mordí el interior de
la mejilla.
—Está bien.
Mientras tecleaba la
respuesta a su mensaje, apareció un nuevo correo electrónico en mi bandeja de entrada.
Me quedé boquiabierta al leerlo; era una invitación de Scott Church para que
participara en su próxima exposición en una galería. Al principio pensé que era
una invitación para todos los que habían ido a su último taller, pero luego me
di cuenta de que él mencionaba una fotografía en concreto.
—Peter, mira esto.
Él ya se había puesto sus
pantalones de Batman, y se inclinó sobre mi hombro.
—¡Vaya, es increíble!
—exclamó.
—No lo entiendo…
—Quiere que expongas una de
tus fotos en su exposición. Es estupendo —dijo Peter. Alzó un puño en el aire y
me besó la coronilla—. Sabía que te iba a elegir.
—Un momento, ¿has sido tú
el que le ha enviado una de mis fotos?
Él saltó por encima del
respaldo del sofá y aterrizó a mi lado, sacudiendo el portátil.
—Sí. Vi el aviso en su
blog.
—Un momento, un momento.
¿Tú lees el blog de Scott?
—Sí, claro.
Ah. A mí se me había
escapado aquel detalle.
—¿Y qué decía el aviso del post
que leíste, exactamente?
—Que las
personas que habían
ido a alguna
de sus clases
podían enviarle una
fotografía, y que él
elegiría una de todas ellas para exponerla en la Galería de Mulberry Street. Es
en septiembre u octubre.
—¿Y mandaste una de mis
fotografías sin preguntarme?
Él se apoyó un poco en el
respaldo del sofá.
—¿Te sienta mal?
—No —dije,
y miré de
nuevo la invitación,
que incluía todos
los detalles de
la exposición—.
Supongo que no, porque ha
seleccionado mi fotografía. Pero hubiera preferido que me lo dijeras.
—Quería que fuera una
sorpresa.
Arqueé una ceja.
—Bueno, pues lo ha sido. ¿Y
cómo supiste qué foto debías enviar?
—Tú me diste un disco
entero. Yo elegí mi favorita —dijo él, y se acarició el pecho—. Es una mía, por
supuesto.
Me eché a reír, porque supe
que lo decía en serio.
—Muy bien, señor Engreído.
—Tu trabajo se merece estar
en una galería de arte, Lali.
Yo cerré el portátil y lo
dejé sobre el taburete que tenía enfrente, para poder besar a Peter.
—Tú me quieres. Se supone
que debes pensar esas cosas buenas de mí.
Peter me tomó la cara entre
las manos.
—Yo no te lo diría si no
fuera cierto —respondió, y yo lo creí. Entonces, me besó y me miró a los ojos—.
Deberías dejar el trabajo de Foto Folks, y también ese otro trabajo. El de los
equipos deportivos y los retratos escolares. Deberías trabajar más en tu obra.
Deberías montar un negocio con tu propio arte.
Yo negué con la cabeza.
—Todavía no puedo dejar mi
trabajo. Ahora no. No puedo permitir que tengas que mantenerme.
Él suspiró.
—Está bien. Pero, cuando
nos hayamos casado, ¿lo pensarás?
—Cuando nos hayamos casado
pensaré en un montón de cosas.
Él me tomó la mano y
entrelazó sus dedos con los míos. Mi diamante relució. Peter lo acarició con un
dedo. Sonreímos. Nos besamos. Pero ninguno de los dos sacó un calendario y
habló de fijar una fecha.
Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
Maaass
ResponderBorrarAawww mammmmmaass me encanta
ResponderBorrarPeter tiene secretos, estoy segura que tiene alguno mmmaass
Mmmmaass
Holaaaaaa! Soy http://lalitersforever.blogspot.com.ar/ recien me lei esta nove y me encanto!!!! ahora me leo la otra!! Maaaaaaas esta geniaaaaaaal!!!!!!!!!!!!!!
ResponderBorrarBesos @LyP_Laliters
lali se está comiendo la cabeza con la fecha.
ResponderBorrarK bien k hizo Peter.