martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 43

ACÁ ESTÁ EL ÚLTIMO CAPÍTULO Y LA SORPRESA jajajaja GRACIAS POR LAS FIRMAS
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Novela: "Al desnudo"
Capitulo 43
A mi alrededor todo era un zumbido, y no tenía nada que ver con el vino que había tomado durante la cena.  Me  había  quedado  mucho  más  de  lo  que  tenía  pensado,  riéndome  y  hablando  con  mis  nuevos amigos. Les había pedido prestado un Haggadah para leer en casa, y Elle me había dado algunos libros más. Yo había vuelto a casa canturreando Dayenu.
Cuando llegué, el coche de Peter estaba en el aparcamiento, pero yo tenía las manos llenas de tarteras envueltas en papel de aluminio y de libros, así que no llamé a su puerta de camino a mi apartamento. Metí la comida en mi nevera y apilé los libros junto a mi cama.
Todo  lo  que  había  sucedido  aquella  noche  me  había  afectado  de  un  modo  muy  positivo.  Les  había
encontrado  sentido  a  las  oraciones,  y  había  comprendido  su  historia.  No  estaba  segura  de  qué  pensar; solo  sabía  que,  de  repente,  se  había  abierto  una  puerta  dentro  de  mí.  Que  por  primera  vez,  tenía  la sensación  de  que  había  empezado  a  encontrar  mi  camino.  Me  alegraba  mucho  de  haber  ido  a  la celebración de aquella noche.
Me metí en la ducha y dejé que el agua caliente me relajara los hombros. De repente, me di cuenta de
que  estaba  muy  cansada  y  de  que  tenía  que  levantarme  temprano  al  día  siguiente  para  trabajar  varias horas antes de ir a Foto Folks. Incliné la cabeza hacia atrás y dejé que el agua me corriera por la cara y me aclarara todo el jabón del pelo y del cuerpo. Después salí de la ducha y me envolví en una toalla.
Abrí la puerta del baño, y al ver una figura que se giraba hacia mí, se me escapó un grito.
—¡Aay! ¡Peter!
Él llevaba una camisa rosa y unos pantalones de algodón color caqui, y tenía el pelo peinado hacia atrás. Vi su chaqueta colgada en el respaldo de mi sofá. Y percibí el olor acre de la marihuana.
Di un paso atrás.
—Estás en casa —dijo él.
No parecía que estuviera colocado. No se movía con torpeza. Más bien, estaba inquieto.
—¿Qué demonios estás haciendo? —le pregunté yo, con la mano sobre el corazón—. ¡Me has dado un susto de muerte!
—Lo siento —dijo él, y se acercó para darme un beso—. Entré y oí la ducha, y no pasé al baño para que no te creyeras que era Norman Bates.
Desde  tan  cerca,  yo  solo  olía  su  colonia,  y  me  pregunté  si  me  habría  imaginado  el  olor  de  la marihuana. Lo miré a los ojos, y me di cuenta de que no los tenía enrojecidos. Volvió a besarme, y yo solo noté un sabor a menta en sus labios. Nada más.
—Me has asustado —repetí.
—Lo siento —dijo él, y señaló el bajo de mi toalla—. Muy sexy.
Yo apreté los brazos a los costados para que la toalla no se me bajara por el pecho. Estaba calada y
exhausta,  y  todavía  me  daba  vueltas  la  cabeza  por  todo  lo  que  había  ocurrido  aquella  noche.  Por  otro lado, también me daba cuenta de que parecía que Peter acababa de salir de una revista de moda.
—Voy a vestirme.
—Me gustas así —replicó él, y me estrechó contra sí para besarme. Entonces, deslizó la mano por debajo de la toalla para acariciarme la piel.
Yo me retorcí, riéndome, para zafarme.
—¡Para! ¡Tengo que ponerme algo!
—¿Por qué?

—Pues porque… sí.
Su sonrisa me sedujo. Separé los muslos. Dejé que él tirara un poco de la toalla hacia abajo para ver la curva de mi pecho, y Peter movió la mano por debajo de la toalla, hacia arriba y hacia abajo, con tanta suavidad, que no pude protestar.
—Ven a tomar una copa de vino —me pidió al oído.
—Peter, mañana por la mañana tengo que trabajar. Y ya he bebido vino esta noche.
—Yo también, ¿y qué?
Nos  movimos  en  círculo,  bailando  despacio.  Yo  tenía  la  cabeza  apoyada  en  su  hombro.  Estaba
descalza,  así  que  para  alcanzarlo  tenía  que  ponerme  de  puntillas. Al  oír  su  respuesta,  aparté  la  cabeza para mirarlo.
—¿De veras? —le pregunté.
—Sí. He tomado un par de copas.
—Creía que no bebías.
Él se apartó también. Tenía las manos apoyadas en mis caderas, y agarró la toalla.
—Yo nunca he dicho que no bebiera.
—Pero nunca… Bah, no importa. Déjalo —respondí yo. Estudié la expresión de su cara—. Creía que estabas en una reunión, eso es todo.
—He estado en una reunión. Era una cena. Y después quedé con unos amigos para tomar algo. ¿Te parece bien?
—Sí, sí. Lo único que pasa es que me sorprende. No habías mencionado que hubieras quedado con amigos en Filadelfia.
—No sabía que necesitaba tu permiso para tomar un par de copas o quedar con mis amigos, Lali.
Yo lo olisqueé.
—Antes me pareció que olías a marihuana.
Peter no parecía muy culpable, pero parecía algo que yo no sabía definir.
—Me he fumado un porro.
—¿Has bebido, y has fumado marihuana, y has vuelto a casa conduciendo?
—Me lo he fumado abajo, mientras te esperaba —replicó él.
Yo recordé la Nochevieja, la noche en que yo había llegado a casa y me lo había encontrado con un cigarrillo en la mano. La primera vez que nos habíamos besado.
—Yo creía que no fumabas.
—Dejé el tabaco, pero un porro no es… Eh, eh —dijo él, cuando yo me aparté de él por completo—.
Solo  me  he  fumado  medio  porro,  y  era  pequeño.  Ni  siquiera  era  bueno,  porque  la  marihuana  era  muy vieja.
Yo agarré el borde de la toalla y me la subí.
—Vaya. No sé qué decir. Vaya…
Me di la vuelta y entré  en  mi  habitación  para  ponerme  una  camiseta  y  unos  pantalones  de  pijama.
Peter me siguió. Yo no podía mirarlo.
—No sabía que te importara —me dijo, al ver que no me daba la vuelta.
Me sequé suavemente los rizos con la toalla. No sabía qué responder, pero tenía un sabor amargo en la boca.


—Lo siento —dijo él. Sin embargo, por su tono de voz no parecía que fuera cierto.
Entonces me giré a mirarlo.
—No  es  que  me  importe,  exactamente.  Hay  mucha  gente  que  bebe, Peter. Y  mucha  gente  que  fuma marihuana de vez en cuando. Sin embargo, tú nunca lo habías hecho delante de mí. ¿Por qué ahora? ¿Por qué esta noche, precisamente? ¿Qué es lo que te pasa últimamente?
Aquello hizo que se estremeciera.
—Lali…
Yo alcé una mano.
—No. No me cuentes historias. No tengo ganas de oírlas.
—¿Y cómo sabes que es una historia, si ni siquiera la has oído?
Su sonrisa no era cálida en aquella ocasión, y yo no podía descifrar la mirada de sus ojos. Habíamos vuelto al comienzo de las cosas, y yo lo detestaba.
Lo  miré  fijamente,  y  él  no  vaciló.  La  alegría  que  sentía  antes  se  desvaneció,  y  me  sentí  estúpida.
¿Cómo  había  podido  pensar  que  por  una  cena,  por  unas  cuantas  horas,  había  cambiado?  ¿Cómo  había podido pensar que estaba empezando a averiguar quién era de verdad?
—No quiero pelearme contigo —le dije en voz baja.
—Yo tampoco quiero pelearme contigo.
—Es tarde y estoy muy cansada. Tal vez debieras volver a casa.
Se hizo un silencio pesado entre nosotros.
—Mierda. Yo  no  quería  que  esto  saliera  así  —dijo  él—.  Pensé  que  tomaríamos  una  copa  de  vino cuando llegaras a casa…
Yo comencé a darme crema en la cara, y mientras me la extendía, respondí:
—Ya te he dicho que no quiero que nos peleemos.
—¡No me estoy peleando contigo! —replicó Peter con exasperación. Después respiró profundamente
—. Lali, ¿te importaría mirarme? Por favor.
Al  principio,  yo  no  entendí  lo  que  veía.  La  pequeña  cajita  de  terciopelo  y  la  mirada  de  esperanza.
Peter se puso de rodillas ante mí y abrió la cajita en la palma de su mano. Dentro había algo brillante, tan brillante que me hizo dar un paso hacia atrás, y me choqué contra la cómoda.
—Lali Esposito, ¿quieres casarte conmigo?
—¿Qué?
Peter se incorporó y se acercó a mí. El anillo brillaba tanto bajo la luz tenue de mi habitación, que me di  cuenta  de  que  era  un  diamante.  Por  supuesto  que  era  un  diamante;  ¿quién  se  comprometía  con  otra joya? Peter me estaba ofreciendo un anillo de diamantes, y me estaba pidiendo que me casara con él, y yo solo podía mirarlo fijamente.
—¿Quieres casarte conmigo? —me preguntó de nuevo.
Yo  lo  miré  a  la  cara,  pensando  en  que  iba  a  decir  que  no.  Que,  pese  a  lo  rápidamente  que  hubiera sucedido todo, y a lo enamorada que yo estuviera de él, el matrimonio no era el paso siguiente. Que yo ya había aceptado un anillo, y la promesa que lo acompañaba, y que todo había terminado muy mal.
Sin embargo, las cosas eran distintas con Peter.
—No sé qué decir…
—Di que sí, Lali —me dijo Peter. Sacó el anillo de la cajista y me tomó la mano—. Di que sí.
Yo lo miré a los ojos, y vi muchas cosas en su mirada. Miedo. Esperanza. Orgullo y amor. Y calor, también, un calor familiar y deseado. Él sonrió, y sujetó el anillo sobre mi dedo, pero no me lo puso.
Pensé en todos los motivos que tenía para decir que no, y ninguno me pareció bueno. Así que permití
que  me  deslizara  aquel  maravilloso  aro  de  platino  y  diamantes  en  el  dedo,  donde  el  metal  tomó rápidamente la temperatura de mi piel.
Y dije que sí.

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ESPERO QUE LES GUSTE EL ULTIMO
Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D 

8 comentarios:

  1. Aaaa le pido casamientoooo
    Maaaass ❤️❤️❤️

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  2. :o le pidió matrimonio, aunque pienso que hay algo que peter no le ha dicho

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  3. Ooo te nias razon era una buena noticia

    Pero creo que van a tener problemas por lo que peter es tan cerrado
    Y se estaban peliando mucho ojala no se separen

    Re joder el cap con el comentario, pero es lo que pienso

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    1. sUBI : http://mimundolaliter-adaptaciones.blogspot.com/2014/01/capitulo-19.html

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  4. Yo también creo k Peter le oculta algo .
    D veras k su amor ,se da en copos,muy d a poquito.

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  5. Ay nc yo siento Q se Esta llendo todo al carago... si muy lindo le pidio q se case con el pero y A donde se va? Ahora Se fuma un porro cada tanto? Y el de la Aereolinea q Se Le tiro y yo no me creo Q le aya dicho q no.... Paso Algo En Ese Viaje Como Q Cambio No(?)

    Pd: No Nos dejes Asi Mala!! .___.

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  6. Mass
    Que esta pasndo con peter

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  7. mmassss

    Subi: http://mimundolaliter-adaptaciones.blogspot.com/2014/01/capitulo-22.html

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Amor y Paz :D
Si te gusta comenta y sino tambien :D