Capitulo 12
Unos
brazos pequeños se abrazaron a mis rodillas, y yo miré la cara de Pippa, que
estaba inclinada hacia arriba.
—¡Déjame
verla, Lali! Déjame ver la foto.
Yo me
arrodillé a su lado y se la mostré en la pantalla de la cámara digital. Ella
frunció el ceño.
—No
me gusta.
—Shh
—le susurré yo—. No se lo digas a tu padre, o te obligará a posar otra vez.
Aunque solo
tuviera cuatro años,
Pippa ya era
lo suficientemente lista
como para saber
cuándo la mejor arma
era una sonrisa.
Se echó a
reír, y yo
me uní a
ella. Cuando me
abrazó y apretó
su mejilla pequeña y suave contra
la mía, percibí el olor a champú de bebé y a suavizante de ropa.
—¿Por
qué no vas a jugar con la casita de muñecas? —le dije—. Yo voy a enseñarles
todas las fotos a tus padres.
—¡Yo
también quiero verlas!
—Las verás
—le prometí. Sabía
que no iba
a poder evitar
tener que enseñárselas,
pero no quería darle todos los caprichos, como hacían
sus padres—. Pero primero tengo que subirlas a mi ordenador. Ve a jugar.
—A ti
te hace caso —dijo Steven, con un suspiro de agotamiento. Pippa se fue a un
rincón, a jugar con mi casa de muñecas—. Gracias a Dios.
Yo me
encogí de hombros y saqué la tarjeta de memoria de la cámara. La llevé a la
mesa del estudio y la metí en el ordenador. Abrí el programa fotográfico y les
mostré la serie de fotos que había tomado. Steven y Devon se sentaron cada uno
a un lado de mí.
—Mira
esa —dijo Steven, refiriéndose a una en la que aparecían los tres juntos—. Es
maravillosa, La. Increíble.
Yo me
sentí orgullosa.
—Gracias.
—No,
en serio. Mira eso —dijo Devon, y señaló otra foto, en la que Pippa estaba
iluminada por la luz que entraba en el estudio a través de una de las ventanas.
Su vestido estaba hinchado como un globo mientras ella giraba sobre sí misma—.
¿Cómo lo haces?
—Práctica. Talento
—dije, mientras hacía
clic sobre la
fotografía para agrandarla—.
Sobre todo, práctica.
—Cualquiera
puede hacer una foto, pero lo que tú haces es arte. Arte de verdad —dijo Devon
con admiración. Y se volvió
a mirarme—. ¿Sabes
que Pippa dibuja?
El pediatra dice
que los niños
de su edad solo hacen monigotes,
pero ella ya está dibujando cuerpos en tres dimensiones.
—Yo
no sé dibujar —le dije suavemente, sin apartar la vista de la pantalla.
—Solo
era un comentario —respondió él, en un tono igualmente amable.
Estuvimos
trabajando un buen rato para elegir las fotos que más les gustaban. Las limpié,
las grabé en un disco y se las di para que se las llevaran a casa. Añadí las
imágenes sin alterar, también, por si acaso las querían. Me centré en la de
Pippa delante de la ventana.
—¿Me
permitís que ponga esta en mi porfolio?
—Por supuesto
—dijo Devon, que
estaba guardando el
disco en su
bolsa, mientras Steven
iba a buscar a su hija.
—Gracias
—dije.
—Sabes… La…
—dijo Devon, y
se quedó callado
hasta que yo
lo miré. Entonces,
señaló con la cabeza hacia el otro extremo del estudio—.
Sabes que siempre eres bienvenida en casa. Puedes ir a verla cuando quieras. No
solo cuando venimos al estudio, o cuando te invitamos. Ese fue nuestro acuerdo,
¿no? Que tú siempre formarías parte de su vida.
Yo
seguí su mirada. Pippa había recolocado todos los muebles de la casita; había
puesto las camas en el salón y
el horno en
la buhardilla. Se
echó a reír
cuando Steven tomó
una de las
muñecas y la
hizo hablar como si fuera un ventrílocuo.
—Sí,
lo sé. Gracias.
Devon
tenía buenas intenciones, así que yo no podía decir que no quería invitarme a
mí misma a ir a su casa para
ver cómo criaban
a mi hija.
Les agradecía mucho
que me permitieran
tener contacto con Pippa, pero no esperaba más de lo que
tenía. Ella era hija mía, pero yo no era su madre.
—Gracias
una vez más por las fotos —dijo Steven, y dejó un cheque sobre la mesa.
Yo no
lo tomé. Una vez más, habría escrito una cifra demasiado alta, y yo no quería
ser desagradable discutiendo sobre la
cantidad. Me gustaba
hacer fotos, pero
también me gustaba
pagar mis facturas. Además, el hecho de aceptar su
dinero convertía aquello en un trabajo, y no en un favor, y creo que los tres
preferíamos eso.
—La,
¿vas a venir a mi fiesta de cumpleaños? Es una fiesta de princesa —dijo Pippa—.
Y voy a tener una piñata.
Yo me
eché a reír y le tiré suavemente de los rizos.
—Una
piñata para la princesa Pippa. Perfecto.
Ella
me miró con los ojos brillantes de alegría.
—¡Sí!
Y mis amigos van a venir.
—Entonces,
supongo que yo también tengo que ir. Porque soy tu amiga.
Pippa
se abrazó a mis muslos, y después se puso a bailar de nuevo.
—¡Sí,
sí, vendrás a mi fiesta! ¡Y me llevarás un regalo!
—¡Pippa!
—exclamó Steven con exasperación.
Devon
se echó a reír y me miró a los ojos. Creo que él me entendía mejor que su
compañero. Steven me observó con atención. No dijo nada, pero no era necesario.
Yo me imaginaba lo que sentía. Así pues, me aparté y miré a Pippa, que volvió a
dar vueltas, y que ya le estaba diciendo a su padre adónde quería ir a cenar y
lo que quería ver en la televisión cuando llegaran a casa.
—Voy
a llevar a Pippa al coche, para ponerla en su silla. ¿Devon? —dijo Steven,
mientras le ponía el abrigo a la niña—. ¿Vienes?
—Sí,
en un minuto salgo.
Devon
esperó hasta que el sonido de los pasos de Pippa y de Steven se desvaneció por
los escalones de bajada a la calle. Entonces se puso el abrigo. Era una
chaqueta tres cuartos de cuero marrón, que tenía cinturón. Mientras se lo
ataba, hizo un movimiento con la cabeza que captó mi atención, y alcé la cámara
para fotografiarlo. La
foto salió borrosa,
pero tomé otra
cuando él me
miró con una
sonrisa de azoramiento. Yo
había perdido lo que estaba
buscando. Era algo
elusivo que no
podía describir con palabras.
—Mírate
las manos otra vez.
Sin
embargo, el momento se había perdido, y apreté el botón de la cámara para ver
la foto borrosa, pensando en cómo podía arreglarla. Devon miró la imagen por
encima de mi hombro. Se echó a reír.
Yo lo
miré a él.
—¿Lo
ves? Hace falta práctica.
—Y
talento —dijo él.
Devon
es un hombre alto, ancho, con la piel del color del caramelo oscuro. Lleva la
cabeza afeitada y una barba de chivo, y cuando se dobla, siempre pienso que va
a hacer estallar las costuras de su camisa. También es uno de los hombres más
bondadosos que he conocido.
—Deberías
venir y dejarme que te fotografíe. Solo tú.
Devon
arqueó una ceja.
—No,
no.
Le di
un golpecito suave en el brazo.
—Me gusta
hacer retratos cuando
no estoy en
Foto Folks, también.
Eso me da
material para mi porfolio.
—Bueno,
ya veremos —dijo él, y se alisó la pechera del abrigo—. Antes hablaba en serio,
La.
—¿Con
respecto a lo de las visitas? Ya lo sé —dije.
No
solté la cámara. Me servía de barrera entre los dos. Yo no quería decepcionar a
Devon, y sabía que eso era
lo que ocurriría.
Él no entendería
lo que yo
sentía por su
hija. No parecía
que nadie lo entendiera.
—Es
que… somos familia, ¿sabes? Todos nosotros. Yo perdí a mis padres hace años, y
mi hermana no me habla
—dijo él. Su
hermana no le hablaba porque
era gay, eso no tenía
que explicármelo—. La familia es muy importante. No quiero que
pienses que no queremos que formes parte de su vida.
Yo
asentí.
—Ya
lo sé, Devon.
—Feliz
Navidad, La.
—Gracias.
Igualmente.
Me
acarició con ternura el hombro y se marchó. Cuando me quedé a solas, me senté
en mi silla y abrí el archivo de las fotos que había sacado aquel día.
La
familia de Devon lo había repudiado a los diecisiete años, al enterarse de que
era gay. Él nunca había llegado a reconciliarse con sus padres antes de que
murieran. Había construido su propia familia, había hecho amigos a los que
poder querer y que lo quisieran también.
Pippa
era mía, pero no era mi hija. Steven había pedido que no me llamaran «la madre
de Pippa», y yo había renunciado a todos mis derechos sobre la niña a favor de
ellos dos, después de su nacimiento. No tenía objeciones. Sin embargo, no había
contado con el hecho de que Devon tuviera tanto amor por la familia, y que ese
amor complicara tanto las cosas.
Miré
por última vez las fotos de Pippa y de sus padres, sus verdaderos y auténticos
padres. Ella se parecía a mí, incluso se comportaba un poco como yo, y yo era
muy afortunada por poder conocerla. Sin embargo, no era su madre, y nunca lo
sería. Miré por última vez las fotos y después cerré el archivo.
Continuará...
__________________________________Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela!
:D
PARA NARA: jajajaja siempre veo tu comentario jajajaa esperate querida pronto pronto PUEDE haber accion ;) jajajaja no te me adelantes me da gracia tu comentario siempre que veo pides eso ya te dare el gusto :) besitoss para ti y gracias por pasarte
qde re =O jamas imagine q lali pudiera tener una hija!!
ResponderBorrarsubi maaaaaasssssss!!
A bueno bueno me alegro que leas mis comentarios es que soy un poquito impaciente :P Jajajaja besos Naara.
ResponderBorrarUna hija??Cielo..wooow me quedé así :0 quiero saver mas sobre esta historia..mmm..Lali ayudó Devon y Steven para tener un hijo o ya estaba embarazada y los dos aceptaron hacerse cargo de la niña???ya quieroo sabeeer..
ResponderBorrar@pl_mialma
No me esperaba que Lali tuviera una hija... y qué es lo que siente por ella??? No me terminó de quedar claro... Me paso rápido, sigo estudiando para mi examen de mañana. Quiero lloraaaaar, voy a suspender :(
ResponderBorrarBesos
Amigaaa soy Maria, jamas me habria esperado que Lali fuera mama!!!! Pero y digo yo: Lali fue mama por ellos no? Por ayudarles? O no tuvo que ver y dio a si hija en adopcion? Y che, que tiene Lali con los gays? Ajajajaa todos sus amigos lo son, todavia no sabemos de ningun amigo hetero
ResponderBorrarBueno, que sepas que espero Laliter prontooo, o almenos que tengan una nueva conversacion o lo que sea, tengo ganas!!
Besossss ami, me encanta la nove
Novesdepeterylali.blogspot.com
pasatee:)
A saber k circunstancias sucedieron para k la hija d LAli sea la hija d Devon y Sreven.
ResponderBorrarAmo a Devon ,y su amor x la familia.
Lali la ve pero parece k no quiere tener una relación más estrecha con la nena,eso me desconcierta,y mucho.
más más más más maratón!!
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