miércoles, 20 de noviembre de 2013

Capítulo 23

Novela: "Al desnudo"
Capitulo 23
Tal  y  como  había  prometido, Peter había  dejado  la  puerta  abierta.  De  todos  modos,  llamé  antes  de abrir. Asomé la cabeza sin saber qué me iba a encontrar. ¿A Peter desnudo, esperándome? Ojalá.
No  estaba  desnudo,  pero  tenía  el  pelo  mojado,  así  que  él  también  se  había  duchado. Yo  me  había puesto unos pantalones vaqueros y una camisa, y él también llevaba vaqueros y una camisa que tenía el bajo  deshilachado.  Estaba  junto  a  la  encimera  de  la  cocina,  donde  había  puesto  un  cuenco  lleno  de galletitas saladas.
—¿Vas a darme de comer otra vez?
—Fuerza, Lali. Te lo dije.
A mí se me secó la garganta. Una cosa era saber cómo era una mujer moderna, segura de sí misma y de su sexualidad, y no darle demasiada importancia a una relación sexual pasajera. Otra cosa era ser esa mujer.
—Pero antes deberíamos hablar de una cosa  —dijo él con seriedad, antes  de  que  yo  pudiera responder.
—Oh, oh —dije, y di un paso hacia atrás—. Eso no suena bien.
Él no me dejó escapar. Me tomó de la mano y me llevó hacia el futón, donde las sábanas y los cojines estaban  muy  bien  ordenados.  Nos  sentamos.  Él  no  me  soltó  la  mano.  La  giró  hacia  arriba,  y  se  puso  a trazar las líneas de la palma hasta que me estremecí. Entonces me miró.
—No tenemos que hacer esto obligatoriamente.
Era lo último que esperaba oír. Casi tiré de la mano para que me soltara.
—Si no quieres…
—Claro que quiero. Por supuesto que quiero  —me aseguró él, y me  abrazó—. De verdad, Lali, quiero hacerlo.
Yo lo miré atentamente a la cara, pero no encontré ninguna señal que me ayudara a comprenderlo.
—Entonces, ¿por qué has dicho eso?
—Porque…
Se interrumpió y carraspeó. Se movió un poco, y yo vi su pecho desnudo por la abertura del cuello de su camisa. Percibí su olor. Olía muy bien. Me incliné ligeramente hacia él.
—¿Qué?
—Porque  no  he  estado  con  una  mujer  desde  hace…  Bueno,  desde  hace  tiempo  —respondió apresuradamente, como si le resultara un alivio confesarlo.
Había  dicho  «con  una  mujer».  Podía  haber  dicho  una  mentira,  pero  había  hecho  la  distinción.  Si hubiera dicho con «nadie», yo me habría marchado. Por lo menos, eso quería pensar: que si me hubiera mentido, yo me habría marchado.
—Yo tampoco —dije con ligereza.
Él me miró a los ojos, y sonrió.
—Eres graciosa.
—Algunas veces.
Siguió acariciándome la palma de la mano.
—Solo quería que lo supieras.
—Gracias.
Nuestras  rodillas  chocaron.  Yo  jugueteé  con  uno  de  los  botones  de  su  camisa.  Lo  desabroché,  y después desabroché el siguiente, y todos, hasta que pude abrirle la camisa y mirarlo.
Su risa se convirtió en un silbido cuando dibujé un círculo alrededor de uno de sus pezones. Él metió las manos entre mi pelo cuando lo besé en la boca. Me puse a horcajadas sobre su regazo, y seguimos besándonos hasta que yo tuve que parar para poder respirar.
Notaba su erección debajo de mí, y me balanceé sobre él. Mi clítoris se frotó contra la costura de mi pantalón  vaquero,  contra  el  estómago  de  Peter.  Yo  no  llevaba  sujetador  bajo  la  camisa,  y  la  tela  me rozaba los pezones. Yo quería que se rozaran contra su piel desnuda.
Él me soltó el pelo, me agarró de las nalgas y me estrechó contra su cuerpo. Entonces posó los labios en mi cuello, en mis clavículas. Su lengua me dejó un rastro húmedo en la piel mientras bajaba hacia mi pecho.
Me miró.
—¿Podemos deshacernos de esto?
Se refería a mi camisa.
—Solo si tú también te quitas la tuya.
—Quítamela tú.
Tenía  una  voz  muy  sexy,  ronca,  rasgada  en  aquel  momento,  pero  también  suave.  Yo  le  deslicé  la camisa por los hombros y por los brazos. Por un momento, sus manos quedaron atadas por la tela detrás de él, y yo no seguí quitándosela.
—No puedo usar las manos así —murmuró en mi boca.
Yo estaba deseando tirar de la tela, pero me detuve.
—Tal vez me guste así.
No era cierto. Yo nunca había atado a un hombre, ni me había dejado atar. Peter alzó la cabeza para mirarme a los ojos.
—¿De verdad?
—¿A ti te gusta así…?
—A mí me gusta de cualquier forma que pueda hacerlo.
No le quité la camisa todavía. Lo besé un poco más fuerte, pensando en aquello. Mis senos rozaron su pecho desnudo a través de mi camisa, y cuando dejé de besarlo, él tenía la respiración acelerada. Por lo que yo sentía a través de los pantalones vaqueros, los suyos y los míos, Alex estaba muy excitado. Tiré de la camisa, pero no del todo.
—¿Qué te gusta de esto?
Él pestañeó, y después entrecerró los ojos pensativamente.
—Algunas veces quieres dejarlo todo, ¿sabes?
A mí se me quebró un poco la voz al contestar.
—¿El qué?
—El control —susurró Peter, y cerró los ojos.
Exhaló un suspiro. Yo respiré profundamente. Él abrió los ojos.
—Claro que, algunas veces no quieres en absoluto.
Se quitó él mismo la camisa y me agarró de las caderas. Rodó conmigo, hasta que estuvo situado sobre mí, entre mis piernas, y su pene me presionaba deliciosamente, y yo notaba su estómago suave, duro y caliente allí donde la camisa se me había subido. Él me sujetó las muñecas y me colocó los brazos por encima de la cabeza, lentamente, y me mantuvo así mientras, con la mano libre, me desabrochaba el pantalón.
—Podría soltarme —dije yo.
—Podrías —respondió él—, pero no quieres.
No quería, así que no me moví mientras él deslizaba la mano por dentro de mis pantalones. La pasó sobre mis braguitas y me acarició el clítoris. A mí se me movieron las caderas involuntariamente.
Con  una  sola  mano, Peter consiguió  bajarme  el  pantalón  por  los  muslos.  Yo  no  podía  ayudarlo, porque mis brazos estaban por encima de mi cabeza, así que no sé cómo se las arregló para bajarlos del todo. Con un pie, finalmente, empujó por la costura del vaquero hasta que llegó a mis tobillos.
—Demonios —dijo en voz baja.
Yo me reí, y arqueé la espalda cuando su boca se posó en mi vientre.
Él me quitó el pantalón, me acarició la piel con la nariz y subió por mi cuerpo, hasta que se apoyó en mí y me miró a los ojos. Aflojó la mano con la que me estaba sujetando las muñecas.
—Pon las palmas de las manos juntas y entrelaza los dedos.
Él tenía el pelo por la frente, y estaba increíblemente sexy. No se había afeitado, y la sombra de su barba de dos días hizo que me estremeciera al pensar lo que iba a sentir cuando él me besara de nuevo. Obedecí.
A él se le cortó el aliento al ver mis manos unidas.
—Eso es… Es… Joder, Lali.
Me arqueé de nuevo, ofreciéndole mi cuerpo sin palabras, preguntándome qué iba a hacer. Y qué iba a hacer yo, también.
—No te sueltes —me ordenó—. Quiero ver cuánto aguantas.
Yo me sentí un poco alarmada, y dejé de moverme.
—¿Cuánto aguanto qué?
Su sonrisa me tranquilizó.
—Cuanto aguantas antes de tener que tocarme.
Entonces, sin decir una palabra más, Peter comenzó a bajar por mi cuerpo, hasta que puso los labios sobre mi clítoris cubierto por el encaje de las braguitas. Me besó ahí. Yo di un tirón sin poder evitarlo, pero no me solté las manos. Su suave carcajada exhaló un calor húmedo sobre mí, y separé un poco las piernas para él.
Él enganchó un dedo en la cintura de las braguitas y las deslizó hacia abajo, siguiendo el camino con la boca, beso tras beso. Primero en mi vientre, después en el muslo, después la rodilla. Los dos tobillos. Y después, hacia arriba por la otra pierna, hasta que se colocó de nuevo en el centro.
Yo me quedé inmóvil. Él tardó una eternidad en volver a poner la boca sobre mí, y cuando lo hizo, se me separaron los dedos. Solo un segundo. Volví a agarrarme las manos con fuerza.
—Sé que te gusta ganar —dijo él, hablando contra mi piel. Su lengua encontró mi clítoris e hizo un círculo, y yo noté que me acariciaba con un dedo—. ¿No?
—Esto no es Dance Dance… —mis palabras se convirtieron en un gruñido de placer.
Él  se  rio  contra  mí,  y  me  provocó  una  sensación  tan  deliciosa  que  me  apreté  contra  su  lengua.  Él deslizó un dedo en mi interior, y eso también fue delicioso. Peter me saboreó.
Me lamió y me acarició hasta que yo me puse a temblar, al borde del éxtasis, pero entonces, se apartó de mí. El futón se hundió cuando él se puso de rodillas. Yo no me había dado cuenta de que tenía los ojos cerrados, pero cuando él se detuvo, los abrí de golpe.
No estaba sonriendo. Se desabrochó el pantalón y se lo bajó para liberar su miembro. Se los quitó y volvió  a  arrodillarse  entre  mis  piernas;  entonces  comenzó  a  acariciarse  lentamente,  con  los  ojos cerrados.
Mis músculos internos se contrajeron, y mi clítoris latió. Todos los músculos de mi cuerpo estaban tensos, listos para deshacerse en el orgasmo; estaba al borde del clímax. Solo me hubiera hecho falta un beso, una caricia.
Él no me tocó. Siguió acariciándose a sí mismo, con un semblante serio. Se mordió el labio inferior y dejó caer la cabeza hacia atrás. Empujó las caderas hacia delante y se sujetó el miembro con el puño.

Era  una  visión  bella.  Incluso  atenazada  por  aquella  sensación  de  placer  que  me  tensaba  el  cuerpo, pude enmarcar la fotografía en mi mente. Clic, clic.

Continuará...
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D 

11 comentarios:

  1. eh mmm otra mujer?su bisexualidad me pone más nerviosa que su homosexualidad Jajaja besos Naara

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  2. cada dia estoy mas enamorada de tu nove jajaja!

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  3. Jajajaja,K problemita tiene este chico.

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  4. Maaaaaaaaaaaas....
    Angy.... =)

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  5. más más más más maratón!!!

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  6. maratón maratón maratón maratón maratón maratón

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  7. Me encanta amiga ya lo sabeeees:) quiero maaas y yo tambien voto por maraton jajajaja

    Besooossss
    Tq

    Maria

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  8. volveee subíiii massss noveeeee

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Amor y Paz :D
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