Capitulo 19
Yo no le detuve, y él salió
del estudio. Tardé unos minutos en decidirme a seguirlo. Lo encontré en la escalera
de incendios, con otro cigarro sin encender entre los labios. Se había puesto
la chaqueta y no se había hecho el nudo de las botas.
—Muy James Dean —dije.
Él no respondió.
Yo tampoco dije nada más.
Nuestro segundo beso fue más fuerte, más áspero, más torpe. Peter me estrechó
contra sí, y sus manos encontraron mi trasero cubierto por la lana gruesa de mi
abrigo. Yo sentí su calor de todos modos. Todo en él era calor y dureza. El
aire estaba tan frío que me quemó la garganta cuando inhalé, pero su aliento me
dio calor.
Él me dio calor.
Abrió la pesada puerta
trasera de metal y los dos entramos; después, cerró de una patada. Sin dejar de
besarnos
recorrimos todo el
pasillo, y él
abrió su puerta
también de una
patada, pero la
agarró fácilmente con una mano antes de que golpeara la pared.
Entonces dejamos de
besarnos un momento. Yo necesitaba respirar. Tomé aire.
Peter se abrió el primer
botón del chaquetón y yo vi un poco de su carne desnuda debajo. Él se abrió otro
botón, y vi más piel desnuda.
Bajo el abrigo, yo llevaba la
ropa salpicada de
pintura, pero estaba
desnuda bajo su
mirada. Me sentía desnuda. Quería
estar desnuda.
Peter se desabrochó otro
botón, y yo vi que todo su pecho estaba desnudo. Se quitó el chaquetón y lo arrojó
a un lado, y dio un paso para acercarse a mí. Me miró fijamente, escrutándome.
Ninguno de los
dos hablamos;
en aquella ocasión,
me besó con
lentitud, deliberadamente, y
yo no tuve
modo de confundirme en cuanto a
sus intenciones… ni sus preferencias.
Él llevó sus manos a mis
caderas y agarró el bajo de mi camiseta. Comenzó a subirlo lentamente, y la tela
me hizo cosquillas en el vientre. Noté el aire frío en la piel, y me estremecí.
—Acaríciame —me dijo.
Noté su calor cuando
extendí los dedos sobre su pecho. Posé las palmas sobre sus pezones. Noté los latidos de
su corazón, y
la elevación de
su pecho cada
vez que respiraba.
Crispé los dedos
y le clavé ligeramente las uñas.
Su gruñido se clavó directamente
entre mis piernas. Peter puso una de sus manos sobre la mía, y las colocó sobre
su corazón. Yo pensé
que quería apartarla
porque le había
hecho daño, pero
se limitó a apretar un poco más fuerte mis dedos contra
su piel. Yo le marqué la carne con las uñas, y lo miré a los ojos.
—Peter…
Él volvió a besarme. Peter
había amueblado el apartamento con una pantalla plana de televisión colgada de
una pared, y con un futón cubierto de cojines gigantes de distintos colores.
Estaba a pocos pasos de nosotros, pero yo no sabía si íbamos a conseguir llegar
a él. Pensé que iba a dejarme caer allí mismo, sobre el suelo, y arrastrarlo a
él conmigo.
Nos acercamos un par de
pasos al futón. Él mantenía mi mano prisionera contra su pecho, pero en aquel momento
hizo una pausa. Se apartó de mí y me soltó, y agarró la tela que estaba
arrugada en mis caderas. Dio un paso atrás y me miró de arriba abajo. Sonrió
con picardía, seductoramente. Con una mirada sabia.
No me conocía. No podía
conocerme. Pero yo deseaba que me conociera.
—He querido hacer esto
desde la primera vez que te vi —dijo.
Entonces, deslizó las manos
por dentro de mi pantalón y me acarició el vientre.
Después me
sacó la camiseta
por la cabeza.
Yo llevaba un
sujetador de encaje
naranja y unas braguitas a juego. El color brillaba
contra mi piel.
—Bájate la cremallera —me
dijo.
Yo lo
hice, y él
me bajó los
pantalones mientras me
apoyaba en su
hombro para mantener
el equilibrio.
Peter me agarró el trasero
con ambas manos y me mantuvo inmóvil mientras me hacía cosquillas con los
labios en la piel del vientre. Yo pasé las manos de sus hombros a su pelo.
Cubrió con su boca la tela
de mis braguitas, y yo noté el calor de su respiración a través del satén. Miré
hacia atrás, hacia el futón que nos estaba esperando.
Lo llevé de la mano hasta
allí, aparté los cojines y lo empujé para que se tumbara. Después trepé por su
cuerpo y me senté a horcajadas sobre él. Su miembro empujaba las costuras de su
pantalón vaquero.
Lo acaricié, y Peter se arqueó
mientras tomaba aire
profundamente. Cerró los
ojos un instante, asimilando el placer.
Yo lo sentía caliente y
grueso, pero la tela que había entre nosotros tenía que desaparecer. Le bajé la
cremallera y le desabotoné el pantalón, y se lo bajé. Cuando liberé su pene, se
lo acaricié de nuevo, piel con piel. Él se estremeció y emitió un ruido tan
delicioso que quise comérmelo. Iba a hacer aquello, sin vacilación, sin
preocupaciones. Sabía cuál era el peligro al que me exponía, al fin y al cabo,
y eso era más de lo que podía decir sobre muchas otras cosas de la vida.
Alcé mi
cuerpo para deslizarle
los vaqueros por
las piernas, y
después volví a
sentarme sobre él.
Peter se puso las manos
detrás de la cabeza y me observó mientras yo lo acariciaba durante un momento más.
Pero, al final, me agarró la muñeca con una mano.
—Espera —me dijo, y tiró de
mí hacia sí para besarme en la boca.
Rodamos, y yo quedé bajo
él. Colocó la rodilla entre mis piernas y apretó el muslo contra mi sexo. Noté
que las braguitas se me resbalaban contra la carne caliente y húmeda.
—No quiero
terminar antes de que empecemos
—me dijo, mientras
me besaba—. Eso
no sería tan bueno.
Pasó la
mano entre nosotros,
y encontró mi
clítoris con un
dedo a través
de la tela
suave que lo cubría, y dibujó círculos sobre él. Sentí
un placer intenso e inesperado, y me arqueé hacia arriba.
Él me clavó sus ojos grises
mientras seguía dibujando círculos.
—Quiero estar seguro de que
recuerdo lo que estoy haciendo.
—A mí me parece que lo
haces perfectamente —murmuré yo.
Posó la
palma de la
mano en mi
vientre, y yo
permanecí inmóvil, con
los nervios de
punta. Peter deslizó los dedos por la cintura de las braguitas y después
por debajo.
— ¿Así?
—Sí…
—Bien —prosiguió
él, y metió
la mano más
hacia abajo. Me
tocó suavemente con
el dedo, y se deslizó
en mi cuerpo—. ¿Así?
—Sí.
Se detuvo lo justo para
quitarme las braguitas, unos segundos, pero lo suficiente para que mi cuerpo sintiera una
descarga eléctrica cuando
volvió a tocarme.
Él estaba tendido
de costado, apoyado
en un codo, mirándome la cara
mientras hacía magia con los dedos.
—Para —le pedí después de
unos instantes, con la voz temblorosa—. No quiero terminar demasiado rápido.
Él se
echó a reír
y me besó. Aunque
yo le había
pedido que parara,
se limitó a
ir más lento.
Me acarició la oreja con la nariz.
—Me acabo de dar cuenta… de
que no tengo preservativos.
Yo había cerrado los ojos y
me había abandonado al placer, pero los abrí de golpe. Me senté, con el corazón
acelerado, y creí que iba a tener un orgasmo solo por haber apretado el cuerpo
contra su mano, pero me contuve respirando profundamente unas cuantas veces.
—Vaya mierda —dije.
—Pues sí, soy un desastre
—dijo él, y me besó hasta que abrí la boca y lo saboreé. Comenzó a mover la
mano de nuevo—. Quiero verte llegar al orgasmo.
Aunque Peter hubiera estado
recitando el alfabeto, en aquel momento me habría resultado excitante, así que
aquellas palabras fueron
para mí lo
más sexy que
nunca me hubiera
dicho un hombre.
Metí la mano entre nosotros para
acariciarlo, y Peter se mordió el interior de la mejilla.
—Yo también quiero verte a
ti.
Entonces, nos
movimos hasta que
estuvimos cara a cara,
moviendo las manos
al mismo tiempo,
en sincronía. Mis risas suaves se convirtieron en gemidos. Las suyas se
hicieron tensas, y después inclinó la cara hacia mí, con los ojos cerrados,
para besarme el cuello, la garganta, el pecho.
Movió la mano más
rápidamente. Yo estaba muy cerca del límite, y mi cuerpo se tensaba. Mi mano también
se movía más rápidamente, en sincronía con la suya. Él gruñó, y yo reconocí
aquel sonido, y la expresión de su rostro. Lo había visto ya, después de todo.
Aquel recuerdo, aún tan fresco, me paralizó
durante un instante,
pero solo durante
un instante. Nos besamos. Su gemido llenó mi boca. Él se
estremeció un poco.
—Estoy muy
cerca… —susurró. Sus
dedos se movieron
más lentamente, dejándome
al borde del éxtasis, pero sin obligarme a saltar,
para que yo encontrara mi propio momento.
El orgasmo
me anegó de
calor, y dejé
que me arrastrara. Peter escondió la
cara en la
curva de mi hombro y me siguió un momento más tarde.
Noté sus dientes en mi piel, pero no me mordió. Mi cuerpo vibró de
placer. Su orgasmo
se derramó entre
nosotros, contra mi
vientre, y tuve
una sensación sorprendente e
íntima.
También me ensucié un poco,
pero mientras caía hacia atrás con un suspiro de satisfacción, no me importó.
—Vaya.
Él se desplomó un poco más
despacio, boca arriba; su hombro tocaba el mío.
—Umm, umm.
Tardé unos segundos en
recuperar el aliento, y después me giré para mirarlo.
—No había vuelto a hacer
algo así desde el instituto.
Continuará...
__________________________________Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
woww que capitulo! me encanto! quiero massssss
ResponderBorraro.o ok ok MORI! I LOVE YOU! diooooooos cielo sin duda es zarpada... ¿Quién se acuesta con un bisexual? al parecer Lali -.- porque Peter es un bisexual... zarapado! en el capitulo anterior cuando Lali le pregunto a dijo a Peter que Pablo le había dicho a ella que a el no le gustaban las mujeres. y el le dijo a ella que ¿Qué sabe Pablo? o algo asi.... MORI! te juro... y cuando le dijo que (en este capitulo) que ha querido hacer eso desde la primera vez que la vio.... bueno esa fue la gota que colmo el vaso *-* son taaaan zarpados mis nenes *-* ¡PARA! SUBI MAS CAAAAAAP :( ANDAAAA POR MI CIELITO MIO ANDAAAAAAAAA POR FIIIIS! :( ¿por mi? :) jejejejejeje.
ResponderBorrar@AnglesCasi - abetterworldlaliter.blogspot.com (ya subi mas) - tudiario.
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ResponderBorrarAMO esta novela amiga, y cada capitulo mas:) necesito maaaaaaaasssss, enserio esta buenisima me encanta! Voy a por el cap qie me quedaaaa
ResponderBorrarBesosss:)