Capitulo 14
La conversación continuó, pero
no estoy segura de lo que hablamos. Yo no volví a mirar a Sean. No era
necesario; sabía muy bien que estaba allí.
Después de cenar abrimos los
regalos y tomamos más vino. Yo mantuve la copa llena, pero fingí que bebía. El
alcohol nunca es buen compañero de la tristeza, y menos en Nochevieja en casa
de un ex amante.
La regla era que los regalos
debían ser pequeños. Algo hecho a mano, o que no fuera caro, y todo el mundo
debía llevar un extra para meterlo en una bolsa, al estilo amigo invisible. Yo
saqué un par de guantes suaves para conducir, compensación más que justa por la
tarjeta de regalo de gasolina que había metido en la bolsa. También hubo
regalos personales, obviamente, y lo mejor de todo fue ver las caras de
Teddy y de Pablo cuando
abrieron el regalo que yo les había llevado.
—La, es… maravillosa —dijo
Teddy, acariciando el marco de caoba—. Preciosa, de verdad.
— ¿Cuándo la hiciste?
—preguntó Pablo suavemente.
—En verano.
Habíamos ido al parque, a
merendar y a escuchar la actuación de una banda de música que tocaba a orillas
del río. Yo los había fotografiado mientras estaban sentados, con el río de
fondo, mirándose, a punto de besarse.
Ellos no se habían dado cuenta
en aquel momento, y yo, protegida detrás de mí cámara, me había convencido de
que no me sentía como un candelabro. Sin embargo, en aquel momento recordé perfectamente
que así era como me había sentido. A mi lado, Sean se movió hasta que su muslo
volvió a tocar el mío. Me di cuenta de que posaba el brazo en el respaldo del
sofá, detrás de mí, y al notar su calor, se me puso el vello de punta.
Peter me estaba mirando.
Yo me concentré en Pablo.
—Espero que les guste.
—Me encanta —dijo él—. Mira,
Teddy, vamos a ponerla ahí.
Mientras ellos hablaban del
lugar perfecto para colgar la fotografía, Sean me rozó la nuca con los dedos.
Me estremecí. Entonces, él se inclinó y me preguntó al oído:
— ¿Tienes frío?
Yo me giré ligeramente hacia
el lado opuesto a él.
—Un poco.
—A lo mejor necesitas un
jersey, o algo así.
Mientras se abrían los demás
regalos, entre risas, Pablo no nos estaba mirando. En el pasado, muchas veces,
todo desaparecía a mi alrededor, salvo el sonido de su voz o la imagen de su
cara. Casi la misma voz que me estaba murmurando al oído en aquel momento. Casi
los mismos ojos que me estaban mirando.
Hubo un instante en el que
todo podría haber sido distinto. Si Sean no se hubiera movido de nuevo para
rozarme el muslo con el suyo, de una forma mucho más sexual de lo que nunca
había hecho Pablo, o si yo hubiera ido a la cena con un acompañante, o si no
hubiera sido Nochevieja y yo todavía no estuviera enamorada de un hombre del
que nunca debía haber estado enamorada.
—En realidad, creo que voy a
buscar algo de beber —dije.
— ¿Quieres que te acompañe?
—me preguntó Sean, con una sonrisa irónica que me habría dejado embobada si no
hubiera sido tan idéntica a la de su hermano.
—No, ahora mismo vuelvo —dije,
y mi sonrisa forzada y tirante debió de desanimarlo, porque conseguí escapar a
la cocina sin que me siguiera.
Lo cierto era que no quería
tomar nada. Necesitaba respirar aire fresco para despejarme. No iba a volver a
hundirme en la tristeza, ni aquella noche, ni nunca más. Estaba bien.
Estuve bien hasta que me puse
el abrigo y encontré un pequeño paquetito en mi bolsillo. Quería dárselo a Pablo
cuando estuviéramos solos, no delante de todo el mundo. Le había comprado un
botón con un cuchillo de su serie de dibujos animados favorita, Kawaii Not. A mí me había contagiado el
gusto por el sentido del humor retorcido de aquella serie, y era algo que
nosotros compartíamos, pero que él no compartía con nadie más. Había envuelto
el botón en un papel liso, y había escrito su nombre en el paquetito. Quería
asegurarme de que él supiera que el regalo era algo despreocupado. Que se me
había ocurrido a última hora. Que no tenía importancia.
Sin embargo, al palparlo en el
bolsillo, supe que yo era la única que podía haber pensado que era importante o
que tenía algún significado.
Cuando salí al porche por la
puerta trasera estaba llorando. Tenía la visión borrosa. Se me helaron las
lágrimas en las mejillas. Me tropecé, y tomé aire de repente; el aire helado me
quemó los pulmones.
Atravesé el jardín, pasé por delante
del garaje de la casa y estallé en sollozos. Me detuve y apoyé una mano en la
pared de madera para poder enjugarme las lágrimas de los ojos.
— ¡Mierda! —exclamé al ver que
no estaba sola—. ¿De dónde has salido?
Peter estaba allí, bajo el
alero del garaje, arrebujado en su chaqueta marinera. También estaba apoyado en
la pared, pero en aquel momento se irguió. En una mano tenía un cigarrillo sin
encender.
—He salido de la casa, por la
puerta principal, y la he rodeado hasta que he llegado aquí —respondió él—. Lali,
¿estás bien?
— ¿A ti te parece que estoy
bien? —Pregunté, sin poder controlar los sollozos—. ¡No! ¡No estoy bien!
Me tapé la cara y lloré contra
los guantes. Entonces noté una mano firme en mi hombro, y un pecho más firme
todavía contra mi mejilla. No me había dado cuenta de que Peter era tan alto
hasta que sentí su mentón en mi coronilla. Su abrigo olía bien. Me acarició la
espalda con la mano que no sujetaba el cigarrillo. Cuando, por fin, me separé
de él, había dejado de sollozar, pero no me sentía mejor.
—No sé por qué dicen que esta
es la mejor época del año —dijo Peter, y se puso el cigarro entre los labios—.
Las fiestas de Navidad y Nochevieja son una mierda.
Yo me metí las manos en los
bolsillos.
—Sí.
Él asintió. Eso era todo.
Ninguna explicación. Ningún consuelo más.
Yo lo miré. A la luz de la
farola de la calle, sus ojos parecían más oscuros y su piel más pálida. Vi que
se quitaba el cigarro de la boca y respiraba profundamente.
— ¿Vas a fumártelo, o no?
—No —dijo él—. Dejé de fumar.
—Entonces, ¿qué estás haciendo
aquí fuera? —Pregunté, mientras me castañeteaban los dientes—.
Hace un frío espantoso.
—Ah… Son las viejas
costumbres. Cuando fumas, sabes que siempre tienes una excusa para salir de un
sitio si quieres hacerlo.
—Lo tendré en cuenta —dije yo,
y me froté la cara, no solo para secarme las lágrimas, sino para conseguir que
me circulara algo de calor por la piel—. Debería haber salido con ese chico que
conocí en la cafetería. Quería llevarme a una fiesta en el Hotel Hershey. Cena
y baile. Habría podido comer muchos bombones, y tendría a alguien para besarme
a medianoche. ¿Sabes cuántos años hace desde que no he salido con nadie para
poder besarlo cuando dan las doce campanadas en Nochevieja?
—No pueden ser tantos.
Me reí suavemente.
—Demasiados. ¡Y no porque no
haya tenido ofertas!
—Eso ya lo sé.
Todo aquello era surrealista.
Aquella noche y aquella conversación. Peter se puso de nuevo el cigarrillo
entre los labios, y dejó que le colgara de la comisura.
—No tenía ningún vestido de
fiesta, y por eso no fui.
Peter me miró con una vaga
sonrisa, debido a mis balbuceos.
—Vamos, adelante. Pregúntame
por qué he venido aquí, en vez de ir a la fiesta del Hotel Hershey.
—Oh, eso ya lo sé —dijo Peter.
A mí se me hundieron los
hombros.
— ¿Lo sabes?
—Quieres a Pablo.
Si había algo que podía
haberme hecho llorar más aquella noche, eran aquellas tres palabras. Sin embargo,
tal vez ya hubiera derramado todas las lágrimas. Lo único que pude hacer fue
agitar la cabeza y exhalar un suspiro helado.
Se oyeron fuegos artificiales
al final de la calle. La campana de la iglesia. A mí se me formó un nudo en la
garganta.
—Mierda —susurré—. Es
medianoche.
—Feliz Año Nuevo —dijo Peter.
Entonces,
tiró el cigarro al suelo, me tomó entre sus brazos y me besó.
Continuará...
__________________________________Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
A PARTIR DE ESTE CAPITULO ME AMARAN :)
NARA: Prometo pronto darte lo que pides jaajja puedes verlo aquí las cosas comienzan a ponerse interesantes
ayyyyyyyyy subi massss porfissssssssssss me muero la besoooooooooooo
ResponderBorrarSolo quiero decirte, que quiero ROCK!!!!! Y mas vale que ese beso alla sido en la boca, y no, en la mejilla, o la frente, o cabeza, o brazo o alguna otra parte del cuerpo (uy, eso sono mal (? Jajajajajaja) besooooo, Cielito, tenemos michas cosas de que hablar, yyyyyy haceme un favoy y cambia las letras que tenes para comentar en tu blog, que desde la compu no entiendo nada -.- jajajajaj chauuuu besos, te quieroooo...
ResponderBorrar@AnglesCasi - abetterworldlaliter.blogspot.com.
PD: han estado ojeando nuestras conversaciones (? Jajajajajaja XD lo saben todo tus lectoras -.- jajajajaja mira los comentarios que me dejaron :/ aajajajajaja chau cieloooo!.
Pablo y Peter ,K dilema Lali ,quizás es k le dan a los dos palos,quien sabe si no tu ,Cielo!!!!.
ResponderBorrarAlgo hay en Peter, k me confunde ,jajajajaa.
Si si si....
ResponderBorrarMaaaaaaaaaaaaas....
Angy... =)
Cielito soy Mariaaaaa, tengo que decirte que me encanto el cap!!!! Pero tengo duda, cuando dijiste: dijo Pablo, te confundiste con Peter no? O esque aparecio Pablo? No entendi eso:/ y menos que Peter la besara, osea es el gay se supone, la besa para hacerla sentir mejor? Me hice un lio jajajaja besos amiiii espero tu respuesta porque me encanta esta nove!
ResponderBorrarAh me encanto ese final! Acción acción! Ahora quiero más acción! Jajajaja bueno ahora voy a estar mas Tranqui :p Gracias por subir!! besos Naara
ResponderBorrarmás más más maratón!!!
ResponderBorrarSolo una corrección: donde dice "—Vamos, adelante. Pregúntame por qué he venido aquí, en vez de ir a la fiesta del Hotel Hershey.
ResponderBorrar—Oh, eso ya lo sé —dijo Pablo.
A mí se me hundieron los hombros." en vez de Pablo, no sería Peter?? Vas genial. besos @lovechelapityla
Marton Maraton Maraton
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