domingo, 27 de octubre de 2013
Capítulo 7
Novela: "Al desnudo"
Capitulo 7
Peter tenía un coche peor de lo que yo me esperaba. La noche anterior no me había fijado en un sedán de un horrendo color marrón que había delante de la casa de Pablo. Seguramente tenía mejor aspecto a oscuras.
—Es alquilado —me dijo él, cuando yo me quedé mirándolo.
—El mío está detrás de la casa —dije—. Voy a sacarlo, y te espero para que puedas seguirme. Ah, y dame tu número de móvil por si nos perdemos.
Tenía un coche muy malo, pero un iPhone último modelo, nuevo y brillante.
—Sí, y tú dame el tuyo también.
Aquel intercambio de números no tuvo nada de extraño. Muchas personas que acababan de conocerse se daban el número de teléfono sin problema. Y, sin embargo, grabar aquel número en la memoria de mi teléfono me resultó algo íntimo y también permanente. Algo raro.
—Ahora, tú —dijo Peter, y me enfocó con su teléfono—. Sonríe.
—Eh, no, no me…
Demasiado tarde. Ya había hecho la fotografía, y me la mostró en su lista de contactos. Yo estaba sonriendo, y tenía la cabeza medio girada. La luz era mejor de lo que había pensado, y la imagen era nítida. Iba a estar en su teléfono para siempre, o hasta que me borrara.
Peter abrió su coche con el mando a distancia. Se había puesto un chaquetón marinero y una bufanda larga, a rayas. Con el pelo revuelto y su flequillo largo habría podido pasar por modelo de revista. Yo le hice varias fotografías mentalmente, mirando al atardecer o paseando con un golden retriever, anunciando algo sexy como una colonia o unas gafas de diseño. Aunque nunca había conseguido trabajos de esa envergadura, claro, pero algún día iba a conseguirlos.
Él me pilló mirándolo y sonrió, como si estuviera acostumbrado a que lo admiraran.
—¿Vamos?
—Sí. Sígueme.
Él se puso una mano sobre el corazón y me hizo una reverencia.
—Hasta el fin del mundo.
Yo abrí la boca para soltar algo frívolo, pero las palabras se me quedaron en la lengua y solo conseguí sonreír. Hacía mucho tiempo que un hombre no me dejaba muda con algo tan sencillo como una sonrisa y unas cuantas palabras. No me extrañaba que Pablo me hubiera puesto sobre aviso. Peter Lanzani sí era de los que causaban problemas y, por desgracia, de los mejores problemas.
Además, no le gustaban las chicas, me recordé con firmeza.
—Yo voy en ese Impala plateado.
Peter no tuvo problemas para seguirme entre el tráfico durante el trayecto. Al llegar, aparcamos en el callejón que había junto a mi casa. Era un edificio de tres plantas que había sido una estación de bomberos, y que estaba en Main Street, la calle principal de Annville. Él salió del coche antes que yo, e inclinó la cabeza hacia arriba para mirar el edificio.
—Magnífico.
Yo me sentí orgullosa mientras los dos observábamos la fachada trasera del edificio de ladrillo. La escalera de emergencia no era bonita, pero el edificio era impresionante. Y era mío. Todo, entero, mío.
—Así que esto es Annville —comentó él.
—Sí. En toda su gloria.
Peter, con las manos en los bolsillos, giró sobre sí mismo y echó un vistazo general.
—Está muy bien.
Yo me eché a reír mientras metía la llave en la cerradura de la puerta trasera.
—Va a ser todo un cambio, después de tus recorridos internacionales.
—Me gusta. Yo me crié en una ciudad pequeña. No tan pequeña como esta, es cierto —dijo, mientras se limpiaba los pies en el felpudo—, pero de todos modos no crecí
viajando por el mundo.
Entramos al pasillo largo y estrecho que desembocaba en un vestíbulo con una altura de tres pisos. A nuestra derecha quedaba la escalera de caracol, que era completamente de madera, y a la izquierda, la puerta del apartamento del piso bajo. Frente a nosotros estaba la puerta delantera, que daba salida a Main Street, y unas ventanas muy altas que inundaban el espacio de luz.
Peter alzó la vista, sonriendo, y soltó un silbidito.
Yo lo miré, volviendo la cabeza hacia atrás, mientras abría la puerta del apartamento.
—Pasa.
No era nada especial; tenía un salón, una zona de comedor y una cocina, un baño y dos habitaciones que se habían construido en la zona que antiguamente se usaba de aparcamiento de los camiones de bomberos. Era más oscuro que mi casa, porque no tenía las enormes ventanas que había en el segundo y el tercer piso, pero tenía unas vigas enormes en el techo, y una distribución muy abierta y muy bonita.
—¿Qué te parece?
Peter caminó un poco por el apartamento, observando el suelo de madera y las paredes blancas. Probó el sofá que habían dejado los inquilinos anteriores, y asomó la cabeza en la cocina. Miró una habitación, después la otra, y finalmente, el baño. El tour no duró más de siete segundos. Se giró hacia mí con una enorme sonrisa.
—Me lo quedo.
—¿De veras? ¿Tan rápido?
—Sí. Es mucho mejor que dormir en el sofá de alguien.
—Pero si ni siquiera sabes el precio.
—Dímelo.
Yo me quedé pensativa.
—¿Cuatrocientos al mes?
—Hecho.
—¿Debería haberte pedido más?
Peter miró a su alrededor.
—Probablemente. Ese sofá le añade valor al apartamento. Sobre todo por el olor.
—¡No huele mal! —exclamé yo con horror—. ¿Huele mal?
Él se echó a reír.
—Te estoy tomando el pelo, Lali. Está bien. Bueno, ¿quieres el primer y el último mes de alquiler? ¿Una fianza? ¿Tienes algún contrato que podamos firmar?
Yo no había pensado en todas aquellas cosas.
—Ummm…
Peter se acercó a mí con la mano extendida. Pensé que quería que nos la estrecháramos, pero cuando yo le di la mía, él no la soltó. Me apretó la mano suavemente, sonriendo.
—Tal vez deberíamos escupirnos en la palma.
—Eeeeh… Mejor nos saltamos esa parte. Lo del primer y el último mes del alquiler está bien, si quieres quedarte el apartamento.
—Claro que quiero —dijo él. Entonces me soltó la mano y miró a su alrededor una vez más—. ¿Cuándo puedo mudarme?
—Cuando quieras.
—Estupendo. ¿La semana que viene? Tardaré un poco en conseguir que traigan todas mis cosas, y tengo que comprar una cama. Ese tipo de cosas.
—Muy bien. Enseguida te doy una copia de las llaves.
Peter me observó.
—¿Estás segura de que no necesitas referencias, ni nada por el estilo?
—¿Por qué? ¿Porque eres de los que causan problemas?
Peter se rio.
—Exacto. Ese soy yo.
—Puedo controlarte —dije.
—Seguro que sí —respondió él. De repente, su estómago emitió un rugido. Después de la orgía de tortitas de aquella mañana, yo pensaba que no iba a poder comer nada más en todo el día, pero por supuesto, mi estómago tenía que contestar al suyo—. Déjame que te invite a cenar.
—Solo son las tres de la tarde.
—Entonces, a una comida tardía —dijo, sonriendo—. ¿Adónde quieres ir?
—Peter… De verdad, tengo que trabajar.
—Lali, he oído rugir a tu estómago. No puedes negar que tienes hambre.
Lo conocía desde hacía menos de cuarenta y ocho horas, y ya había visto su cara en mitad de un orgasmo, había comido lo que cocinaba, había perdido lamentablemente contra él en Dance Dance Revolution, y ahora estaba casi viviendo con él.
Y también dejé que Peter me llevara a cenar.
Continuará...
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
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Quiero acción! Jaja besos Naara
ResponderBorrarawww mmasss
ResponderBorrarSube más quiero saber que pasa jejejej
ResponderBorrarEn dos días comparten mucho.Espero k en la cena Peter hable sobre el,y nosotras sepamos más.
ResponderBorrarMe vino una idea ,jajaja,algo loca ,y si tiene un gemelito y era el del orgasmo?!!!!.
ResponderBorrarAiiii amiga esta buenisima esta nove!!!! Cada vez me gusta maaaaas jajaja buen planteamiento el de Chari, y si Peter tiene un hermano gemelo? Vos me dijiste a mi que "nada es lo que parece" no pero no puede ser, porque Pablo no deja de decirle cuidado con Peter y es todo el tiempo Peter, no? Aii quiero maaaaaaas!!!
ResponderBorrarPd: te firme en el cap anterior, recien lo lei
Te quiere, Maria