miércoles, 23 de octubre de 2013
Capítulo 5
Novela: "Al desnudo"
Capitulo 5
Carraspeó, y cambió el peso del cuerpo de un pie a otro. Tenía los dedos de los pies tan bonitos como el resto del cuerpo. Me fijé en sus pantalones de pijama, que tenían un estampado de caritas de Hello Kitty y estaban muy descoloridos, como si los usara a menudo. Le tapaban más de lo que me tapaba a mí mi camiseta, y lamenté no tener una bata, o por lo menos un jersey, aunque ya no tuviera frío.
Los miré.
—Muy bonitos.
Peter se miró los pies. Me miró con una expresión divertida, un poco azorado, pero no mucho.
—Gracias. Fueron un regalo.
El microondas pitó, y yo saqué la tartera con las empañadillas de pollo.
—¿Estás seguro de que no quieres?
Él negó con la cabeza.
—Creo que prefiero unos cereales.
Yo saqué un tenedor de un cajón y comencé a pinchar las empanadillas.
—Por favor, no me digas que vas a hacer que me sienta culpable por no haberme despertado pronto esta mañana y no haber salido a correr cinco kilómetros.
—No, claro que no —respondió, riéndose—. Yo no voy a correr. Por lo menos, con este frío no. Bueno, en realidad… nunca.
Yo tragué un poco de deliciosa empanadilla.
—Gracias a Dios.
Fui de nuevo al frigorífico, saqué la jarra de zumo de naranja y le ofrecí un poco. Él asintió. Tomé dos vasos y serví zumo. Él me estaba mirando muy fijamente.
—¿Qué pasa?
—Nada, nada —dijo él—. Es solo que…
Me senté en la mesa de la cocina y le hice un gesto para que se sentara él también. Esperé.
—¿Qué?
—Pablo no me dijo que se hubiera quedado otra persona más a dormir. Eso es todo
—Ah —dije yo, y pinché otra empanadilla—. Tampoco me dijo a mí que tú ibas a quedarte. De hecho, me dijo que…
Alex arqueó una ceja y se apoyó en el respaldo de la silla. En la cocina hacía calor, pero él no llevaba camiseta, y se le había puesto la carne de gallina. Se me pasó por la mente una imagen de mí misma inclinándome por encima de la mesa para lamerle los pezones, y sentí una descarga de calor que no provenía de la caldera que ardía a nuestros pies.
—¿Qué? Dímelo —me instó él.
—Me dijo que me mantuviera alejada de ti.
—¿De verdad?
Yo me di cuenta de que mi risa sonaba forzada, pero él no me conocía.
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque a Pablo le gusta estar seguro de que no me meto en problemas.
Peter resopló ligeramente y bebió zumo.
—¿Acaso cree que yo causo problemas?
—¿Y no es así? —pregunté. Parecía que estaba flirteando, pero yo sabía que era mejor no flirtear con un hombre a quien le gustaban los hombres. Había aprendido esa lección hacía mucho tiempo.
—Supongo que depende —dijo él—. Bueno, sí.
Los dos nos reímos.
—Ya me parecía a mí.
Peter tenía el flequillo despeinado; le caía por la frente y se le metía en los ojos. Cuando se inclinó para mirar la mesa, mientras tamborileaba los dedos, el pelo le oscureció la cara. Yo tuve ganas de apartárselo de la frente.
—Flequillo emo —dije.
Entonces él me miró, y se apartó el pelo de los ojos.
—¿Cómo?
—Tu pelo. Ese flequillo tan largo es como el de los chicos emo, los que llevan pantalones vaqueros muy ajustados y las uñas pintadas de negro.
Él volvió a reírse.
—Vaya, eso sí que es una indirecta. ¿Quieres decir que tengo que cortármelo ya?
—No, no creo. Me gusta —dije yo. Pinché la última empanadilla con el tenedor y se la ofrecí—.¿Seguro que no la quieres?
—Qué demonios, sí —dijo él. La sacó del tenedor y se la comió.
Yo miré sus labios mientras se cerraban sobre sus dedos y lamían la salsa de soja. Sentí más calor, lo cual era una tontería, pero bueno, en realidad una chica puede mirar aunque no pueda tocar. Los dos terminamos nuestro zumo a la vez.
Después comimos en silencio. Tal vez Peter fuera de los que causan problemas, pero no era parlanchín. Parecía que no sabía qué decir.
—¿De qué conoces a Pablo? —le pregunté yo.
—Nos conocimos en Japón.
—¿Trabajas para Quinto and Bates? —le pregunté. Aquel era el bufete en el que trabajaba Pablo.
Él negó con la cabeza.
—No. Yo fui como consultor de Damsmithon Industries, y Pablo estaba allí para asistir a la reunión de negocios internacional.
—Así que tú no eres abogado.
Él soltó una carcajada.
—No, claro que no. Pero Pablo y yo hicimos buenas migas, y salimos después de las reuniones. Después nos mantuvimos en contacto. Cuando le dije que iba a volver a Estados Unidos, me dijo que tenía que venir a visitarlo.
—Entonces, ¿son amigos?
—¿Qué te dijo exactamente Pablo acerca de mí?
—No mucho, en realidad.
Lo cual no era típico de Pablo. Normalmente, él siempre tenía algo que decir sobre todo el mundo, y algunas veces incluso se lo inventaba. Pensé en eso mientras Peter se levantaba e iba hacia la nevera. Pablo me había advertido que me mantuviera alejada de Peter, pero no me había dado detalles. Nada de cotilleos. Extraño.
Peter sacó la jarra de zumo y un plato de galletas tapadas con papel de aluminio en el que yo no había reparado. Me las ofreció, y yo tomé una. Era un muñeco de jengibre con una enorme erección.
—Ummm… Normalmente me como primero la cabeza, pero…
Peter soltó un resoplido y tomó otra.
—Ahora hay un dilema.
Todavía estábamos riéndonos cuando Pablo bajó por las escaleras. Llevaba un kimono de seda y tenía una expresión sombría. Tenía el pelo revuelto. Nos miró autoritariamente desde el último escalón.
—Se los oye desde arriba —dijo.
—Lo siento —respondió Peter contrito.
Yo no me molesté en disculparme.
—Vamos, Pablo. Es mediodía, así que ya era hora de que te levantaras.
Pablo bostezó y pasó a mi lado. Entonces se volvió hacia mí y me fulminó con la mirada.
—¿Ni siquiera has hecho café?
—Tu cafetera nueva es demasiado complicada —le dije yo.
—Yo lo haré —dijo Peter. Se puso en pie y rodeó la mesa antes de que Pablo o yo pudiéramos hacer otra cosa que mirarnos con sorpresa—. Debería haberlo pensado, tío. Lo siento.
—Gracias —dijo Pablo con algo de tirantez—. Peter, te presento a Mariana Esposito. Lali, Juan Pedro Lanzani. Lali tiene una empresa de diseño gráfico, y Peter es un consultor independiente que trabaja para varias compañías multinacionales.
Peter se giró hacia nosotros con el depósito de la cafetera lleno de agua, mientras Pablo hacía las presentaciones. Yo me encogí de hombros. Tampoco lo entendía.
—Ya nos hemos conocido —le dije a Pablo—. ¿Qué te pasa?
—Solo estoy siendo un buen anfitrión.
—Gracias, Pablo —dijo Peter, y se puso a preparar el café.
Se las arregló bien en la cocina de Pablo, y solo vaciló una vez, cuando abrió el armario que no era para sacar las cápsulas de café y, en vez de eso, encontró los frascos de las especias. Yo me giré en la silla para observarlo. No era un invitado torpe; sabía moverse con desenvoltura.
Pablo y yo podíamos mantener una conversación entera sin palabras, pero aquella mañana no me estaba dando las señales correctas. O estaba malinterpretando las mías. Antes de que pudiera preguntarle qué pasaba, Peter se dio la vuelta.
—¿Les apetecen tortitas?
—Yo estoy llena —dije.
Al mismo tiempo, Pablo respondió:
—Peter, eres un encanto.
Pablo miró a Peter. Peter me miró a mí. Yo miré a Pablo.
—Bueno —dije—, tengo que irme. He de trabajar un poco…
—¿En domingo? —preguntó Pablo con incredulidad—. ¿Qué sentido tiene trabajar por cuenta propia si no puedes tomarte el fin de semana libre?
Yo me puse en pie y me estiré.
—Trabajando por cuenta propia puedo trabajar cuando quiera.
—Sí, y trabajar donde quieras —dijo Peter, apoyándose en la encimera y cruzando sus largas piernas por los tobillos.
Yo asentí. Él me entendía. Pablo, que trabajaba ochenta horas a la semana, pero que se tomaba un mes de vacaciones, entendía la importancia del trabajo, pero seguramente nunca entendería por qué yo había dejado la seguridad de un salario estable para establecerme por mi cuenta.
Yo abracé a mi antiguo novio y lo besé en la mejilla. Por fin, él se suavizó y me abrazó sin poder evitarlo. Entonces, me miró a los ojos.
Continuará...
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
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Aún pienso k Peter tiene un secretito x ahí.
ResponderBorrarmás más Naara
ResponderBorrarMe encantaaaaaa amigaaaa!!!
ResponderBorrar¿Por qué será que Pablo se puso así y no quiere que se arrime a Peter? ¿Por qué esa tensión? no entiendo.... jajajaja pero Peter como que parece que le gusto un poco Lali no? pero es gay.... y aun asi ella le causo mucha curiosidad
me encantaaa quiero mas!!!
Besosss
Novesdepeterylali.blogspot.com
+ nove!!!
ResponderBorrarmás más más más maratón!!!
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