Capitulo 50
—Bueno, ya hemos llegado —dijo
Peter, echando el freno de mano, aunque no estábamos en cuesta.
Habíamos parado delante de
una casa pequeña, pero bien cuidada, de la calle principal de Sandusky.
Tenía un
camino que conducía
a un garaje
exento, y un
pequeño porche delantero.
Los muros eran
de piedra gris, y la puerta y las ventanas tenían el recerco negro. La
puerta estaba pintada de rojo.
Peter no hizo
ademán de bajar
del coche. Yo
tampoco. Miré la
casita a través
del parabrisas. La cortina de una de las ventanas delanteras
se movió.
—Cariño, no podemos
quedarnos aquí para siempre.
—No —murmuró él—. Tienes
razón. Vamos.
—Espera un momento —le
dije. Tomé su cara con ambas manos y lo besé—. Todo va a salir bien.
Peter estaba muy sombrío.
—Te quiero, Lali.
—Bien —dije yo. No conseguí
que sonriera, pero al menos lo intenté.
Él suspiró.
—Vamos.
Nos acercamos a una puerta
lateral. Justo antes de abrirla, Peter me agarró con fuerza de la mano. Yo
hice un
gesto de dolor
para que aflojara
la presión, pero
él no me
estaba mirando. Abrió la
puerta y entramos a una pequeña
cocina, en la que olía a pan recién hecho.
Junto al fregadero había
una mujer muy delgada con el pelo sujeto con una cinta, que estaba lavando una cazuela.
Se giró hacia
nosotros. Llevaba una
camisa amarilla, con
el bajo deshilachado,
y unos pantalones cortos de color
blanco que le quedaban grandes. Tenía las manos enrojecidas, y la cara y los brazos
llenos de pecas. No llevaba maquillaje alguno.
—¡P.L.!
Al instante, vi de donde
había sacado él su sonrisa amplia y sus ojos grises. Peter se parecía mucho a su
madre, aunque me costaba pensar que él pudiera descuidar tanto su aspecto en
alguna ocasión.
—Mamá —dijo, en un tono de
voz frío y distante, muy diferente al de ella, que era de adoración—.
Te presento a Olivia.
Di un paso adelante,
sonriendo. No me esperaba un abrazo afectuoso; de hecho, no me esperaba más que
un apretón de manos cortés. Sin embargo, ni siquiera me ofrecieron eso.
Lo peor fue que ella se
había acercado a mí con los brazos abiertos, y que se quedó helada a medio ademán.
—Ah… hola.
Vi que su mirada pasaba por
mi cara, por mi pelo recogido en una trenza, y que después miraba mi mano, que
su hijo apretaba con fuerza.
Yo había sido objeto de
muchas miradas de curiosidad, sobre todo de gente que había conocido a mis padres
antes que a mí. Y algunas veces, al revés. Me habían juzgado por el color de mi
piel, antes de que
abriera la boca,
muchas veces, y
no siempre gente
blanca. Sin embargo,
nunca, hasta aquel
momento, había sido tan consciente ni me había sentido tan azorada e
incómoda por la reacción de otra persona al verme.
—Mamá —dijo Peter con más
firmeza—. Te presento a Lali. Es mi prometida.
—Ah… sí. Por supuesto. Lali.
La señora Lanzani, que
todavía no tenía nombre de pila para mí, sonrió forzadamente. Tomó un trapo de
la encimera y empezó a
secarse las manos una y otra vez.
—Pasen, pasen. La cena
estará lista dentro de poco. Voy a avisar a tu padre; está en el sótano. Ven
aquí, P.L., y dale un beso a tu madre.
Él se
acercó obedientemente a su madre.
Ella lo agarró
para poder abrazarlo
unos segundos más, pero él se apartó con suavidad. Ella lo
miró con avidez, con un placer tan evidente que yo no pude mirar más.
—Bueno, pasen al
salón. Tus hermanas
están ahí con
los niños. Se
van a poner
muy contentas de verte. Voy a avisar a tu padre.
—De acuerdo —dijo él, y me
tomó de la mano otra vez—. Vamos, nena, vamos a saludar.
Yo tragué saliva y alcé la
cabeza, preparándome para más miradas de asombro, pero las hermanas de
Peter, por lo menos, no se
quedaron tan horrorizadas como su madre. Tenía tres, mucho más pequeñas que él.
Tanya, Johanna y Denise. Todas ellas tenían varios hijos. Había desde
adolescentes hasta bebés. Sin embargo, no había ningún marido a la vista,
aunque Johanna y Denise llevaban alianza.
Peter saludó a sus hermanas
con más afecto que a su madre, y ellas lo abrazaron con fuerza y le dieron
palmaditas como
siempre hacen las
hermanas pequeñas con
sus hermanos mayores.
Yo lo sabía
por experiencia. Me quedé
un poco rezagada,
porque no quería
participar en la
ronda de preguntas
y respuestas, pero Peter se giró y tiró de mí. No me soltó ni un
segundo.
Los niños
mayores saludaron con
desinterés y siguieron
con sus teléfonos
móviles o jugando
a sus
videojuegos, pero
los tres más
pequeños se colocaron
a mi alrededor
y me miraron
con los ojos
muy abiertos. La más pequeña de todas era una niña que llevaba un
vestido de tirantes amarillo. Se subió al sofá a mi lado, y se puso a tocarme
el pelo.
—Trina, déjala en paz —dijo
Denise, pero no hizo ademán de apartar a la niña de mí.
Peter la tomó en brazos y
le sopló en el cuello hasta que la niña se echó a reír y gritó, y después se la
entregó a su madre.
—Cámbiale el pañal, por el
amor de Dios.
Denise puso los ojos en
blanco.
—Sí, ya. Como si tú
hubieras cambiado un pañal en toda tu vida. ¿Y tú, Lali? ¿Tienes hijos?
Miré a todos los niños, y
después la miré a ella.
—Yo… no.
Tanya le revolvió el pelo a
Peter.
—Tal vez los tengas pronto,
¿eh? ¿El hermano mayor va a ser papá?
—Sí, será mejor que te des
prisa en alcanzarnos —dijo Johanna—. Demonios, incluso Jamie tiene un niño,
¿sabes? Lo vi en el centro comercial hace dos semanas. Sigues en contacto con
Jamie, ¿no?
—Claro que
sí —dijo Denise
con sorna—. ¿Es
que te creías
que ha venido
hasta aquí solo
para vernos a nosotros?
Ella lo dijo en broma, pero
todos notamos el peso de la verdad en sus palabras.
—Sí, sabía que Jamie tiene
un niño —dijo Peter—. Se llama Cam.
—Vaya, vaya, vaya —dijo
alguien con una voz resonante y grave, desde el fondo de la habitación—.
¿No es este el que se
llama… hijo prostituto?
—Pródigo, papá —dijo Tanya
en voz baja.
—Y su
futura esposa —añadió
el señor Lanzani,
entrando en la
habitación. Era un
hombre corpulento. Estaba calvo,
pero tenía las
cejas muy pobladas,
y mucho pelo
en las orejas—.
Te
llamas La, ¿no?
—Se llama Lali, papá —respondió
Peter. Se giró hacia mí y me dijo en voz baja—: John Lanzani.
—Sí, sí —dijo John Lanzani.
Su esposa debía de haberle advertido, porque no mostró tanta sorpresa como
ella, aunque me miró con fijeza—. Bienvenida, hija. Llevábamos mucho tiempo
esperando a que el chico trajera a alguien a casa. Y nos alegramos de que sea
una chica, ¿verdad?
Él fue el único que se rio.
Las hermanas de Peter apartaron la mirada, y Peter no dijo nada. Yo carraspeé.
—Me alegro de conocerlo,
señor Lanzani.
—¿Señor Lanzani? Tiene buenos
modales, hijo. Pero, La, no tienes que llamarme señor Lanzani. John es más que
suficiente.
—Se llama Lali, papá
—repitió Peter con tirantez—. No La.
Su padre
lo miró. John Lanzani no era
tan estúpido como
pretendía aparentar. Su
sonrisa se hizo tensa, y atravesó a su hijo con una
mirada fulminante.
—Ya te he oído.
—Ummm… La cena está lista
—dijo la señora Lanzani, que todavía no me había dicho su nombre de pila—.
Vamos a comer, ¿de acuerdo?
John se dio unas palmaditas
en el estómago.
—Sí, vamos. Vamos, La… Lali.
Siéntate a mi lado.
No sé si aquello era un
honor o un castigo. John Lanzani no dejó de hablar en toda la cena. Tenía mucho
que decir sobre todos los temas: religión, política y prensa. Impuestos. Había
muchas cosas que estaban mal en el país, en opinión de John, y todo era culpa
de la gente que no se llamaba John Lanzani.
—¿Eres vegetariana?
Aquella pregunta me
sorprendió. Había surgido en medio de una diatriba contra una tienda del pueblo
que había dejado de vender su marca de cigarros favorita. Yo me sobresalté y
miré hacia el final de la
mesa, donde Peter estaba entreteniendo
a uno de sus sobrinos
con un truco
de magia. Miré
mi plato; la mayoría de la comida había desaparecido de
él.
—No.
John señaló con su cuchillo
la pequeña loncha de jamón que yo me había servido por cortesía, pero que no
había tocado.
—No te has comido eso.
—Papá, no jod…
—¡Eh! —exclamó
John Lanzani,, arqueando las
cejas y atravesando
el aire con
el tenedor—. Ten cuidado con esa boca…
Algunos de los niños se
rieron. Peter no. Dejó en la mesa el salero con el que estaba enseñándole el truco
de magia a su sobrino.
—No tiene por qué comer
nada que no le apetezca.
—John —dijo tímidamente la
señora Lanzani—. El jamón está muy salado. Tal vez a Lali no le guste.
—El jamón no tiene nada de malo, Jolene. Solo me
preguntaba si La no come jamón por algún motivo.
Yo me agarré las manos
sobre el regazo, para que nadie se diera cuenta de que me había echado a temblar.
—No se ofenda, señora
Lanzani. Estoy segura de que está delicioso.
—Ummm… Creía que tal vez no
querías comértelo porque eres una de esas… musulmanas.
—¡Papá! —exclamó Peter. Se
apartó de la mesa, pero yo lo miré fijamente.
—No soy musulmana, señor Lanzani.
—Bien. Porque no voy a
sentar a un maldito musulmán en mi mesa.
Johanna, que estaba sentada
frente a mí, dejó caer la cabeza sobre una mano.
—Papá, por Dios.
—¿Qué es un musulmán?
—preguntó uno de los niños.
Nadie dijo una palabra.
John me sonrió, mostrándome
sus dientes amarillentos y torcidos.
—Siempre y cuando tú no lo
seas…
__________________________________Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
-Chari: Gracias por siempre comentar y leer mis novelas, me reí mucho con tu comentario :P
-Anónimos: Gracias por pasarse
-Angie: BIENVENIDA, lectora nueva, me alegro mucho que te guste la nove y gracias por comentar :)
Maaaaasss
ResponderBorrarHola amiga!
ResponderBorrarPor lo que veo, cada vez aumentan más tus lectoras en este blog:) seguro que al final tendrás tantas como en el otro!
Osea, hacia esta nove tengo AMOR PURO, me encanta, y me estoy dando cuenta con el tiempo de que me gustan los mismos tipos de libros que a ti aajajaja tengo una adaptacion pensada para despues de la nove que estoy subiendo que creo que te gustara mucho:)
Y te digo lo mismo que en el otro blog: que no te firme no significa que no te lea, siempre te leo de verdad, pero no tengo tiempo para contestar, ya que lo que te pongo a ti no es corto jajajaja pero soy tu fiel lectora nº1! nunca lo olvides! jajajaja
bueno espero tus novedades, tq!
novesdepeterylali.blogspot.com
K tipo Jhon ,con razón Peter no quería ir.Yo tampoco habría ido .
ResponderBorrarEs un soberbio ,egocéntrico ,y mala persona.
Hola!!! Sisis la nove me encanta :) esta muy padre...
ResponderBorrarAhh pobre de lali con todo lo que hizo john por algo peter no quería ir y se puso mal antes .. Lali es tan valiente yo a la primera hubiera salido corriendo de ahí ...
A ver que mas pasa ya espero el prox cap :)
q pesado q es el padre de peter
ResponderBorrarme super entuasiasme con la novela asi q la voy a seguir
besos
Que jo que es el papa de peteeeerrrr!!!!!! Pero cual sera lo ques esconde peter tengo miedo de que este engañando a lali :(((* hola soy una nueva lectora ♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
ResponderBorrarMe encanta tu novela, es una de las mejores que he leìdo te felicito espero con ansias el proximo capitulo.
ResponderBorrarSubí más porfíss
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