lunes, 16 de diciembre de 2013

Capitulo 27

Novela: "Al desnudo"
Capitulo 27
Ella se puso en pie y tomó el abrigo y el bolso del respaldo de su silla.
—Sí,  estoy  enfadada  con  él  —respondí  mientras  salíamos  del  restaurante—.  Pero  me  pregunto  por qué lo estás tú.
Fuera, en la acera, Sarah se giró de repente y me dio un abrazo.
—Yo siempre he estado enfadada con él. Solo fingía lo contrario por ti.
Yo sabía que Pablo no le caía bien, pero aquello era nuevo. La abracé también, y la miré a la cara.
—¿Por qué?
—Pues porque… —Sarah suspiró—. Oh, Olivia, ¿por qué crees tú? Porque te quiero. Eres mi amiga. ¿Por qué otro motivo iba a soportarlo? Yo esperaba…
—¿Qué?
Sarah se encogió de hombros, pero me miró a los ojos.
—Esperaba  que  rompieras  definitivamente  con  él  después  de  esto  último.  Que  tal  vez… Y,  cuando me contaste lo de Peter, me hice ilusiones de que…
No  era  típico  de  Sarah  quedarse  sin  palabras,  pero  incluso  con  todas  aquellas  vacilaciones,  yo entendí lo que quería decir. Se me formó un nudo en el estómago, y apreté los labios.
—Vaya. No sabía que lo odiabas tanto.
—Lo siento —dijo ella, y se apresuró a añadir—: No lo defiendas. Pablo ha sido muy malo contigo, y si estás pensando en perdonarlo y hacer como si no hubiera ocurrido nada, tal vez tenga que abofetearte.
—No. Todavía estoy enfadada con él, así que no te preocupes.
—Y ahora también estás enfadada conmigo. Lo siento.
—No, no estoy enfadada. Tú tienes razón —dije—. Es que… lo nuestro es complicado.
—Ya lo sé, ya lo sé —dijo ella, y me abrazó de nuevo.
—Él ha formado parte de mi vida durante mucho tiempo. Estuvimos a punto de casarnos.
—Pero no se casaron. Y, Olivia —dijo ella, suspirando mientras se apartaba de mí—, lo entiendo, de verdad. Pero detesto que haga que te sientas… mal.
—Él no hace…
Me quedé callada. Yo nunca había pensado, nunca había admitido, que Pablo me hiciera sentir mal por nada.
—A partir de ahora no diré nada más. He terminado. Tú tienes que volver a casa con ese chico tan macizo, para poder acostarte con él una vez más antes de ponerte a trabajar, y yo… yo tengo que hacer mis rondas limpiando la pornografía llena de virus de los ordenadores de los abogados. Dios, veo unas cosas que me dan ganas de limpiarme los ojos con lejía.
—Puaj.
—Sí, exacto —Sarah me abrazó de nuevo y me dio un beso en la mejilla, poniéndose de puntillas—. Llámame cuando quieras hacer más avances en el estudio. O si me necesitas para posar en las fotos, o lo que sea.
—Tengo  un  encargo  para  la  semana  que  viene.  Creo  que  voy  a  necesitar  a  alguien  con  las  manos bonitas.
Ella agitó los dedos ante mí.
—Yo tengo las manos bonitas.
Me eché a reír.
—Hasta luego, preciosa —respondió ella.
Se  despidió  con  la  mano  y  se  marchó  hacia  su  coche  como  si  fuera  la  dueña  del  aparcamiento, atrayendo las miradas de la gente. Yo envidiaba aquella seguridad en sí misma.
Envidiaba su capacidad para decir lo que pensaba, y para pensar lo que decía.
Sonó mi teléfono mientras la veía alejarse, y lo saqué de mi bolso. Reconocí el número y reconocí la fotografía,  pero  en  vez  de  responder  a  la  llamada  de  Pablo,  apagué  el  teléfono  y  lo  metí  al  bolso  de nuevo.
_____________
Aquella tarde no había demasiada gente en el servicio religioso de la Congregación Ahavat Shalom, pero  no  importaba:  menos  gente  con  la  que  debía  charlar  amablemente.  Llevaba  meses  sin  acudir  al servicio allí también, pero ocupé mi sitio de costumbre en un banco delantero, a la derecha, desde donde veía  al  rabino.  La  mayoría  de  la  congregación  se  sentaba  detrás  de  mí,  y  eso  estaba  bien.  No  quería cantar  con  los  demás,  al  menos  en  voz  alta.  Todavía  estaba  aprendiendo  hebreo,  y  me  contentaba  con canturrear las melodías.
—Shalom, Lali —me dijo el rabino Levin, mientras me estrechaba la mano—. Hacía tiempo que no te veíamos.
—Shalom,  rabino.  Me  ha  gustado  su  sermón  de  hoy  —dije—.  Me  gustó  lo  que  ha  dicho  sobre  que debemos celebrar las fiestas de la comunidad, aunque no sean técnicamente las nuestras.
—Hemos de vivir en el mundo. Es importante que los judíos conserven su herencia tradicional y su identidad, pero no vivimos en comunidades  donde  todo  el  mundo  adore  a  Dios  de  la  misma  forma  que nosotros. Es importante saber que podemos combinar los aspectos seculares y religiosos de nuestra vida. —Dijo el rabino, con una amplia sonrisa—. Me alegro de que te gustara mi sermón.
—Anda, márchate. Te llamo luego.
Me tocó el hombro, y después siguió hablando con el resto de sus fieles.
Teníamos que vivir en el mundo real. Eso podía cumplirlo. También podía conservar mi identidad, siempre y cuando pudiese saber cuál era esa identidad.
Las primeras veces que había ido al servicio en aquella sinagoga, nadie había sabido qué decirme. Yo oía susurros; la gente sugería que yo era una de aquellas «judías de Etiopía», pero nadie tenía el valor de preguntármelo directamente. Yo sabía qué aspecto tenía con mi piel café con leche y mi pelo de rizos nubios. No encajaba con aquellas mujeres que vestían trajes de chaqueta y pantalón muy caros, ni con los hombres que lucían tallits hechos a mano. Ellos no podían saber que a mí me habían educado como judía, al  menos  en  parte,  y  que  mis  recuerdos  de  haber  encendido  una menorah  y  de  haber  hecho  girar  el dreidel eran tan importantes como los de sentarme en el regazo de Santa Claus. Yo les daba miedo.
Por  el  contrario,  cuando  había  ido  a  misa,  el  hombre  que  estaba  sentado  a  mi  lado  en  el  banco  se había  girado  hacia  mí  y  me  había  dado  la  paz  con  tanto  entusiasmo  que  había  estado  a  punto  de aplastarme  los  dedos.  Después  de  la  misa  se  me  había  acercado  un  montón  de  gente  para  darme  la bienvenida a la iglesia y preguntarme si era un nuevo miembro, o si estaba pensando en unirme a ellos. Sus sonrisas eran resplandecientes y sinceras, y un poco desesperadas. Ellos me daban miedo a mí.
No encajaba en ninguno de los dos sitios. Los ritos me resultaban familiares, como las oraciones. Me reconfortaba la iglesia tanto como la sinagoga, aunque sus mensajes fueran tan diferentes.
Y,  sin  embargo,  algo  me  atraía  hacia  Ahavat  Shalom;  creo  que  era  la  falta  de  una  bienvenida abrumadora. Allí  no  tenía  que  demostrarle  nada  a  nadie,  no  tenía  que  fingir  que  sabía  lo  que  pasaba, porque nadie me preguntaba qué sentía con respecto a Dios, como hacían en la iglesia. No tenía que dar un paso adelante y proclamar nada.
Tal vez aquel fuera el año en el que debía averiguar lo que quería proclamar.
Tal  vez  fuera  el  año  de  hacer  muchas  cosas,  pensé  mientras  aparcaba  detrás  de  casa.  El  coche  de Peter no estaba. Me quedé desilusionada, y al salir del coche me estremecí, y no solo por el aire helado que soplaba, ni por el cielo gris que prometía nieve. En el calor de mi apartamento me quité el abrigo y preparé una tetera de Earl Grey.
Después descolgué el teléfono.
—Feliz Año Nuevo —dije, cuando mi madre respondió a la llamada.
—¡Lali! ¡Feliz Año Nuevo! Me alegro mucho de que hayas llamado.
Yo la creí, por supuesto. Era mi madre; me había cambiado los pañales, me había curado las rodillas, me había agarrado  de  la  mano  para  cruzar  la  calle.  Me  había  sacado  fotografías  antes  de  todas  las funciones de la escuela. Mi madre me quería, pese a todo lo que había ocurrido y pese a lo mucho que la había  decepcionado. Yo también la quería, pero me resultaba difícil perdonarle las cosas que había hecho, y las cosas que me había dicho. Tal vez a ella también le resultara difícil perdonarme.
Hubo  un  silencio  mientras  yo  pensaba  en  algo  que  decir.  Mi  madre  carraspeó.  Mi  mirada  recayó sobre el libro que estaba leyendo.
—La semana pasada saqué de la biblioteca lo último de Clive Barker. Ya casi voy por la mitad.
Ella hizo una pausa.
—No lo he leído.
—Es muy bueno.
Otra pausa, y otro carraspeo.
—Hace unos cuantos años que no lo leo.
Ah.  Se  me  había  olvidado  el  campo  minado  de  cosas  que  mi  madre  no  podía  hacer  y  que  se interponían entre nosotras, pero en aquel momento recordé con claridad lo traicionero que podía ser cada paso que daba.
—No lo sabía.
Debería  saberlo. Y  podría  saberlo,  si  nosotras  siguiéramos  tan  unidas  como  antes.  ¿Quién  tenía  la culpa de que no lo estuviéramos? ¿Ella o yo?
—Bueno, cuéntame cosas de ti —dijo mi madre—. ¿Cómo va tu nuevo negocio?
Ella se habría enterado por alguno de mis hermanos, o de sus esposas, pero no me importó. Dejé que fingiera  que  sabía  más  de  mi  vida  de  lo  que  sabía  en  realidad,  para  poder  comportarme  como  si habláramos  todos  los  días.  Le  hablé  de  mi  negocio,  de  mi  trabajo  en  Foto  Folks  y  de  mi  trabajo  como fotógrafa de la escuela.
A su vez,  mi  madre  me  habló  del  trabajo  de  Chaim,  de  su  nueva  casa,  de  la  sinagoga,  del  viaje  a Israel que estaban preparando. Me habló sobre amigos que yo no conocía, y sobre las clases que daba en su sinagoga.
—Enseño en las clases de aleph —me dijo con orgullo—. Religión para niños de la guardería y de primaria. Me encanta.
—Me alegro mucho por ti.
—Podrías venir de visita, Lali —me dijo finalmente. Era algo que yo había estado esperando oír desde que había empezado la conversación—. Nos encantaría verte. A Chaim también.
Tal vez eso fuera cierto. Yo no conocía lo suficiente al marido de mi madre como para saberlo.
—Tú también podrías venir a visitarme a mí. Si quisieras.
—Sabes que eso no es posible.
A mí se me formó un nudo en el estómago.
—Será mejor que cuelgue. Feliz Año Nuevo, mamá.
—Lali…
—Adiós —dije, y colgué.
Por  lo  menos  no  habíamos  discutido,  no  nos  habíamos  gritado  ni  nos  habíamos  acusado  de  ser horribles la una a la otra. Habíamos sido amables. Lo habíamos conseguido.
Alguien llamó a la puerta. Me levanté del sofá para abrir, y me encontré a Peter.
—Hola —dijo él.

—Hola —respondí yo, y me aparté para dejarle pasar.

Continuara... 
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D 

9 comentarios:

  1. mas massss me encantaaaa masssssssssssssss

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  2. más por fa que complicad todas las relaciones de lali! Pablo peter la hija la amiga la madre Guau! Quiero más Besos Naara

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  3. Maaaaaaaaaaaaaaaaas...
    Angy... =)

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  4. Massssssssssssssssssssssssss
    Maraton Maraton

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  5. Jkksd Esto Es Gennnial... C:
    OtroCapitulo' Plisssss
    NuevaLectora!#

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  6. Me encanta la relación de Peter y Lali, pero sigo sin entender qué demonios es Peter... en serio, me como la cabeza pensando pero es que sigo sin entender... la posibilidad que creo que es la más acertada es que sea bisexual, porque otra cosa... le gustan tanto hombres como mujeres, así que... tiene que ser eso :/
    Besos y pasate por conamorlalitertodosepuede.blogspot.com

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  7. Amigaaaaaa soy Maria, perdon por no haberme pasado antes, pero ya sabes, ahora el tiempo libre que tengo lo dedico a estudiar... No se si has visto mi ultima publicacion en el blog, espero que si, al no saber nada de ti me preocupe un poco...
    Debo decirte que esta novela me tiene enganchadisima!!!!! Que me encanta y que amo Laliter sobre todo, pero Peter me desconcierta y ya tengo ganas de saber que es, que quiere.... De verdad que me encanta esta novela!
    Espero que todo vaya genial, y espero que al responderme me cuentes alguna novedad. Sie nto mi ausencia ultimamente, pero que sepas aue siempre estoy para lo que quieras al otro lado de la pantalla y que te sigo lwyendo Cielito. Espero que me banqueeees! Te quierooo
    Maria
    Pd: aqui es la 1 de la mañana, me voy ya a dormir y prometo que mañana me paso por tu otro blog.

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  8. ME ENCANTA MUCHSIMO TU NOVE te espero por mi blog tengo nove http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
    besos!

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Amor y Paz :D
Si te gusta comenta y sino tambien :D