Capitulo 27
Ella se puso en pie y tomó el abrigo y el bolso
del respaldo de su silla.
—Sí,
estoy enfadada con
él —respondí mientras
salíamos del restaurante—.
Pero me pregunto
por qué lo estás tú.
Fuera, en la acera, Sarah se giró de repente y
me dio un abrazo.
—Yo siempre he estado enfadada con él. Solo
fingía lo contrario por ti.
Yo sabía que Pablo no le caía bien, pero aquello
era nuevo. La abracé también, y la miré a la cara.
—¿Por qué?
—Pues porque… —Sarah suspiró—. Oh, Olivia, ¿por
qué crees tú? Porque te quiero. Eres mi amiga. ¿Por qué otro motivo iba a
soportarlo? Yo esperaba…
—¿Qué?
Sarah se encogió de hombros, pero me miró a los
ojos.
—Esperaba
que rompieras definitivamente con él después
de esto último.
Que tal vez… Y,
cuando me contaste lo de Peter, me hice ilusiones de que…
No
era típico de Sarah quedarse
sin palabras, pero
incluso con todas
aquellas vacilaciones, yo entendí lo que quería decir. Se me formó
un nudo en el estómago, y apreté los labios.
—Vaya. No sabía que lo odiabas tanto.
—Lo siento —dijo ella, y se apresuró a añadir—:
No lo defiendas. Pablo ha sido muy malo contigo, y si estás pensando en perdonarlo
y hacer como si no hubiera ocurrido nada, tal vez tenga que abofetearte.
—No. Todavía estoy enfadada con él, así que no
te preocupes.
—Y ahora también estás enfadada conmigo. Lo
siento.
—No, no estoy enfadada. Tú tienes razón —dije—.
Es que… lo nuestro es complicado.
—Ya lo sé, ya lo sé —dijo ella, y me abrazó de
nuevo.
—Él ha formado parte de mi vida durante mucho
tiempo. Estuvimos a punto de casarnos.
—Pero no se casaron. Y, Olivia —dijo ella,
suspirando mientras se apartaba de mí—, lo entiendo, de verdad. Pero detesto
que haga que te sientas… mal.
—Él no hace…
Me quedé callada. Yo nunca había pensado, nunca
había admitido, que Pablo me hiciera sentir mal por nada.
—A partir de ahora no diré nada más. He
terminado. Tú tienes que volver a casa con ese chico tan macizo, para poder
acostarte con él una vez más antes de ponerte a trabajar, y yo… yo tengo que
hacer mis rondas limpiando la pornografía llena de virus de los ordenadores de
los abogados. Dios, veo unas cosas que me dan ganas de limpiarme los ojos con
lejía.
—Puaj.
—Sí, exacto —Sarah me abrazó de nuevo y me dio un
beso en la mejilla, poniéndose de puntillas—. Llámame cuando quieras hacer más
avances en el estudio. O si me necesitas para posar en las fotos, o lo que sea.
—Tengo
un encargo para
la semana que
viene. Creo que
voy a necesitar
a alguien con
las manos bonitas.
Ella agitó los dedos ante mí.
—Yo tengo las manos bonitas.
Me eché a reír.
—Hasta luego, preciosa —respondió ella.
Se
despidió con la
mano y se
marchó hacia su
coche como si
fuera la dueña
del aparcamiento, atrayendo las
miradas de la gente. Yo envidiaba aquella seguridad en sí misma.
Envidiaba su capacidad para decir lo que
pensaba, y para pensar lo que decía.
Sonó mi teléfono mientras la veía alejarse, y lo
saqué de mi bolso. Reconocí el número y reconocí la fotografía, pero
en vez de
responder a la
llamada de Pablo,
apagué el teléfono
y lo metí
al bolso de nuevo.
_____________
Aquella tarde no había demasiada gente en el
servicio religioso de la Congregación Ahavat Shalom, pero no
importaba: menos gente
con la que
debía charlar amablemente.
Llevaba meses sin
acudir al servicio allí también,
pero ocupé mi sitio de costumbre en un banco delantero, a la derecha, desde
donde veía al rabino.
La mayoría de
la congregación se
sentaba detrás de
mí, y eso
estaba bien. No
quería cantar con los
demás, al menos
en voz alta.
Todavía estaba aprendiendo
hebreo, y me contentaba con canturrear las melodías.
—Shalom, Lali —me dijo el rabino Levin, mientras
me estrechaba la mano—. Hacía tiempo que no te veíamos.
—Shalom,
rabino. Me ha
gustado su sermón
de hoy —dije—.
Me gustó lo
que ha dicho
sobre que debemos celebrar las
fiestas de la comunidad, aunque no sean técnicamente las nuestras.
—Hemos de vivir en el mundo. Es importante que
los judíos conserven su herencia tradicional y su identidad, pero no vivimos en
comunidades donde todo
el mundo adore
a Dios de
la misma forma
que nosotros. Es importante saber que podemos combinar los aspectos
seculares y religiosos de nuestra vida. —Dijo el rabino, con una amplia
sonrisa—. Me alegro de que te gustara mi sermón.
—Anda, márchate. Te llamo luego.
Me tocó el hombro, y después siguió hablando con
el resto de sus fieles.
Teníamos que vivir en el mundo real. Eso podía
cumplirlo. También podía conservar mi identidad, siempre y cuando pudiese saber
cuál era esa identidad.
Las primeras veces que había ido al servicio en
aquella sinagoga, nadie había sabido qué decirme. Yo oía susurros; la gente
sugería que yo era una de aquellas «judías de Etiopía», pero nadie tenía el
valor de preguntármelo directamente. Yo sabía qué aspecto tenía con mi piel
café con leche y mi pelo de rizos nubios. No encajaba con aquellas mujeres que
vestían trajes de chaqueta y pantalón muy caros, ni con los hombres que lucían tallits
hechos a mano. Ellos no podían saber que a mí me habían educado como judía, al menos
en parte, y
que mis recuerdos
de haber encendido
una menorah y de
haber hecho girar
el dreidel eran tan importantes como los de sentarme en el regazo
de Santa Claus. Yo les daba miedo.
Por
el contrario, cuando
había ido a
misa, el hombre
que estaba sentado
a mi lado
en el banco
se había girado hacia
mí y me
había dado la
paz con tanto
entusiasmo que había
estado a punto
de aplastarme los dedos.
Después de la
misa se me
había acercado un
montón de gente
para darme la bienvenida a la iglesia y preguntarme si
era un nuevo miembro, o si estaba pensando en unirme a ellos. Sus sonrisas eran
resplandecientes y sinceras, y un poco desesperadas. Ellos me daban miedo a mí.
No encajaba en ninguno de los dos sitios. Los
ritos me resultaban familiares, como las oraciones. Me reconfortaba la iglesia
tanto como la sinagoga, aunque sus mensajes fueran tan diferentes.
Y,
sin embargo, algo
me atraía hacia
Ahavat Shalom; creo
que era la
falta de una
bienvenida abrumadora. Allí
no tenía que
demostrarle nada a
nadie, no tenía
que fingir que
sabía lo que
pasaba, porque nadie me preguntaba qué sentía con respecto a Dios, como
hacían en la iglesia. No tenía que dar un paso adelante y proclamar nada.
Tal vez aquel fuera el año en el que debía
averiguar lo que quería proclamar.
Tal
vez fuera el
año de hacer
muchas cosas, pensé
mientras aparcaba detrás
de casa. El
coche de Peter no estaba. Me
quedé desilusionada, y al salir del coche me estremecí, y no solo por el aire
helado que soplaba, ni por el cielo gris que prometía nieve. En el calor de mi
apartamento me quité el abrigo y preparé una tetera de Earl Grey.
Después descolgué el teléfono.
—Feliz Año Nuevo —dije, cuando mi madre
respondió a la llamada.
—¡Lali! ¡Feliz Año Nuevo! Me alegro mucho de que
hayas llamado.
Yo la creí, por supuesto. Era mi madre; me había
cambiado los pañales, me había curado las rodillas, me había agarrado de
la mano para
cruzar la calle.
Me había sacado
fotografías antes de
todas las funciones de la
escuela. Mi madre me quería, pese a todo lo que había ocurrido y pese a lo
mucho que la había decepcionado. Yo
también la quería, pero me resultaba difícil perdonarle las cosas que había hecho,
y las cosas que me había dicho. Tal vez a ella también le resultara difícil
perdonarme.
Hubo
un silencio mientras
yo pensaba en
algo que decir.
Mi madre carraspeó.
Mi mirada recayó sobre el libro que estaba leyendo.
—La semana pasada saqué de la biblioteca lo
último de Clive Barker. Ya casi voy por la mitad.
Ella hizo una pausa.
—No lo he leído.
—Es muy bueno.
Otra pausa, y otro carraspeo.
—Hace unos cuantos años que no lo leo.
Ah.
Se me había
olvidado el campo
minado de cosas
que mi madre
no podía hacer
y que se interponían entre nosotras, pero en aquel
momento recordé con claridad lo traicionero que podía ser cada paso que daba.
—No lo sabía.
Debería
saberlo. Y podría saberlo,
si nosotras siguiéramos
tan unidas como
antes. ¿Quién tenía
la culpa de que no lo estuviéramos? ¿Ella o yo?
—Bueno, cuéntame cosas de ti —dijo mi madre—.
¿Cómo va tu nuevo negocio?
Ella se habría enterado por alguno de mis
hermanos, o de sus esposas, pero no me importó. Dejé que fingiera que
sabía más de
mi vida de
lo que sabía
en realidad, para
poder comportarme como
si habláramos todos los
días. Le hablé
de mi negocio,
de mi trabajo
en Foto Folks
y de mi
trabajo como fotógrafa de la
escuela.
A su vez,
mi madre me
habló del trabajo
de Chaim, de
su nueva casa,
de la sinagoga,
del viaje a Israel que estaban preparando. Me habló
sobre amigos que yo no conocía, y sobre las clases que daba en su sinagoga.
—Enseño en las clases de aleph —me dijo
con orgullo—. Religión para niños de la guardería y de primaria. Me encanta.
—Me alegro mucho por ti.
—Podrías venir de visita, Lali —me dijo
finalmente. Era algo que yo había estado esperando oír desde que había empezado
la conversación—. Nos encantaría verte. A Chaim también.
Tal vez eso fuera cierto. Yo no conocía lo
suficiente al marido de mi madre como para saberlo.
—Tú también podrías venir a visitarme a mí. Si
quisieras.
—Sabes que eso no es posible.
A mí se me formó un nudo en el estómago.
—Será mejor que cuelgue. Feliz Año Nuevo, mamá.
—Lali…
—Adiós —dije, y colgué.
Por
lo menos no
habíamos discutido, no
nos habíamos gritado
ni nos habíamos
acusado de ser horribles la una a la otra. Habíamos sido
amables. Lo habíamos conseguido.
Alguien llamó a la puerta. Me levanté del sofá para
abrir, y me encontré a Peter.
—Hola —dijo él.
—Hola —respondí yo, y me aparté para dejarle
pasar.
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
mas massss me encantaaaa masssssssssssssss
ResponderBorrarMaaaass :D
ResponderBorrarmás por fa que complicad todas las relaciones de lali! Pablo peter la hija la amiga la madre Guau! Quiero más Besos Naara
ResponderBorrarMaaaaaaaaaaaaaaaaas...
ResponderBorrarAngy... =)
Massssssssssssssssssssssssss
ResponderBorrarMaraton Maraton
Jkksd Esto Es Gennnial... C:
ResponderBorrarOtroCapitulo' Plisssss
NuevaLectora!#
Me encanta la relación de Peter y Lali, pero sigo sin entender qué demonios es Peter... en serio, me como la cabeza pensando pero es que sigo sin entender... la posibilidad que creo que es la más acertada es que sea bisexual, porque otra cosa... le gustan tanto hombres como mujeres, así que... tiene que ser eso :/
ResponderBorrarBesos y pasate por conamorlalitertodosepuede.blogspot.com
Amigaaaaaa soy Maria, perdon por no haberme pasado antes, pero ya sabes, ahora el tiempo libre que tengo lo dedico a estudiar... No se si has visto mi ultima publicacion en el blog, espero que si, al no saber nada de ti me preocupe un poco...
ResponderBorrarDebo decirte que esta novela me tiene enganchadisima!!!!! Que me encanta y que amo Laliter sobre todo, pero Peter me desconcierta y ya tengo ganas de saber que es, que quiere.... De verdad que me encanta esta novela!
Espero que todo vaya genial, y espero que al responderme me cuentes alguna novedad. Sie nto mi ausencia ultimamente, pero que sepas aue siempre estoy para lo que quieras al otro lado de la pantalla y que te sigo lwyendo Cielito. Espero que me banqueeees! Te quierooo
Maria
Pd: aqui es la 1 de la mañana, me voy ya a dormir y prometo que mañana me paso por tu otro blog.
ME ENCANTA MUCHSIMO TU NOVE te espero por mi blog tengo nove http://amorporcasiangeless.blogspot.mx/
ResponderBorrarbesos!