Novela: "Al desnudo"
Capitulo 26
—Tienes una idea muy morbosa de lo que es
romántico —dijo Sarah, con la boca llena de sushi.
—Y tú estás muy mona con el arroz cayéndote de
la boca.
Ella se rio, y me señaló con los palillos.
— ¿Ese tío te dice que tienes el trasero gordo,
y a ti se te cae la baba? Morboso.
—No me dijo que tuviera el trasero gordo
—repliqué yo.
De hecho, Peter se había pasado los quince
minutos siguientes diciéndome lo mucho que le gustaba mi trasero. Y mi
delantera. Y el resto de las partes de mi cuerpo.
Sarah se encogió de hombros y mojó un pedacito
de atún en el wasabi.
—Bah, no me hagas caso. Es que me da envidia que
tú te des esos revolcones tan buenos y yo esté sola en casa, con mi mano.
—Pobrecita. ¿No tienes consolador?
—Se
me han acabado
las pilas —respondió
mi amiga con
una sonrisa. Después
se encogió de hombros otra vez—. Los novios que
funcionan con pilas no te llevan a comer sushi.
—Yo soy la que te saca a comer sushi
—observé.
Sarah lamió sus palillos de forma seductora.
— ¿Hay alguna posibilidad de que tenga suerte?
A mí se me escapó una carcajada tan fuerte que
los demás comensales se volvieron a mirarnos.
—Ummm… No.
— ¿Por qué? ¿Porque te has vuelto loca por el
señor Peter Pene Gigante y Mágico? ¿Qué te ha hecho? ¿Te ha dado su anillo de
graduación?
—No seas envidiosa.
Ella se rio y me robó un pedazo de rollito de
salmón y aguacate del plato.
—No puedo evitarlo. Tengo envidia. Ojalá yo
tuviera lo mismo que tú.
— ¿Qué pasó con ese tipo de la tienda de motos
con el que tuviste un rollo?
Ella me clavó una de sus típicas miradas, con la
ceja arqueada, el labio fruncido, a punto de gruñir.
—No le gustaban los conejitos.
Yo me detuve con un poco de sushi a medio
camino de mi boca.
— ¿Y qué? ¿Desde cuándo tienes tú un conejo de
mascota?
—Yo
no tengo ningún
conejo, pero no
puedo enamorarme completamente
de un tío
que odia los conejitos. Es
que es algo
tan… malo. ¿Quién
odia a los
conejitos? Además, el
sexo era aburrido, en realidad. ¿Sabes —añadió, señalándome de
nuevo con los palillos— que la última vez que tuve un buen revolcón fue con un
tío con el que no voy a acostarme nunca más?
— ¿Quién era?
—Ah —dijo ella, encogiéndose de hombros—. Un tío
que tú no conoces.
—Vaya, eso no es justo. ¿Por qué lo sacas a
relucir si nunca me has hablado de él? ¿Y cómo sabes que no te vas a acostar
más con él si las relaciones sexuales fueron tan buenas?
Sarah se echó a reír y cabeceó.
—Oh, Dios Santo, ¿Joe? No. De ninguna manera.
Sería el peor novio que puedo imaginarme.
—Aaah… Así que estás buscando novio, ¿eh?
Ella arqueó una ceja de nuevo.
—Tía,
¿dónde has estado
últimamente? Por supuesto
que estoy buscando
novio. Lo quiero
todo. Quiero una alianza. Quiero niños. Todo eso.
— ¿De verdad? ¿Y por qué ahora, de repente?
—No, de repente no. Lo único que ocurre es que
ahora soy más libre para admitirlo. No quiero estar en una residencia
geriátrica cuando mis hijos lleguen a la universidad, ¿sabes?
—Sí, te entiendo. Y soy mayor que tú, así que
cállate.
—Sí —dijo Sarah—, pero tienes novio.
Al oír sus palabras, sonreí sin poder evitarlo.
Intenté contener la sonrisa, pero ella la vio. Empujó mi plato con los
palillos, pero sonrió también.
—Te gusta —me dijo socarronamente.
— ¿Cómo no me va a gustar? Es muy guapo y tiene
trabajo, pero aunque no lo tuviera, tiene dinero. Viste bien. Besa bien. De
todos modos, solo llevamos un par de días. Es demasiado pronto para pensar nada.
—No olvides que además es bueno en la cama
—añadió ella, y sirvió té en nuestras tazas—. ¿Vas a pedir comida para llevar?
—Sí —dije, y saqué la carta de su soporte para
elegir—. Es muy bueno en la cama.
—Bueno, pues ahí lo tienes. Todos los requisitos
para una buena relación.
Yo suspiré y seleccioné lo que iba a pedir: tres
rollitos de sushi y un par de sashimis.
—Sí… bueno, ya sabes. Eso de tener novio no me
ha salido tan bien en el pasado.
—Pfff. Eso no fue culpa tuya. Ahora, lo de no
haber vuelto a tener novio desde entonces sí, es culpa tuya.
—Yo sí he tenido…
—Ya. Un par de tíos con los que te has acostado,
y alguna cita. Pero novio, no.
—Sí, bueno… No sé si quiero que él sea mi novio.
Estoy escarmentada.
Sarah no bromeó en aquella ocasión.
—No puedes dejar que lo que te sucedió con Pablo
te asuste para siempre, Lali.
—Peter se acuesta con tíos —dije en voz baja,
para que nadie más pudiera oírlo—. Vi
a un tío hacerle una felación en la fiesta de Chrismukkah
de Patrick.
— ¿Qué? —Chilló Sarah, sin darse cuenta—. ¿Qué
dices? ¡Eso no me lo habías contado!
Yo me encogí de hombros con incomodidad.
—A él no le he dicho que lo vi. Estaba oscuro, y
ellos no sabían que yo estaba allí.
Sarah se quedó callada un segundo.
— ¿Y fue excitante? Seguro que lo fue.
—Sarah —dije—, concéntrate.
—Lo siento. Cariño, eso solo significa que tu
novio tiene una pequeña parte gay. Eso no tiene nada de malo. Tú misma me has
dicho que en la cama es maravilloso, y que tú le gustas mucho.
— ¿Y si no es solo un poco gay? —pregunté con
ansiedad.
—Cariño, ha conseguido que tuvieras unos
orgasmos de campeonato. Un gay no consigue eso. Quiero decir que un hombre
completamente gay no puede conseguirlo.
—Pablo…
Ella me cortó.
—Con Pablo las cosas nunca fueron así. A menos
que me mintieras, y no creo que lo hicieras. No olvides que he compartido
contigo muchas noches de margaritas.
Aquello era cierto.
—No. Con Pablo, las cosas nunca fueron así.
—El sexo era inexistente, y él te mintió. Me
parece que esas dos cosas no suceden con Peter.
Yo repasé mentalmente todo lo que él me había
dicho, sus matices…
—No, bueno, no me ha mentido exactamente, pero…
— ¿Le has preguntado si le gustan los tíos?
—No.
— ¿Y vas a preguntárselo?
—No lo sé. ¿Qué hago si me dice que sí?
—Lali, nenita, cariño. Cielito…
Yo me eché a reír.
—Para.
—Muñequita… —dijo Sarah, y también empezó a
reírse.
—En serio. ¿Qué hago si me dice que sí?
—Pues supongo que lo mismo que has estado
haciendo hasta ahora. Ya sabes que a él no le importa que otro tipo le haga una
felación. Lo cual, a propósito, seguro que fue muy excitante.
Yo terminé mi té y esperé a
que el camarero me entregara la caja del pedido que había hecho y me diera la
cuenta. Después, respondí.
—Sí, lo fue. Pero eso ocurrió antes de que yo
supiera que me iba a acostar con él. Ahora es distinto. Supongo que
me gusta demasiado.
Además, Pablo dice que
se acostó con
él. Ha estado
intentando alejarme de Peter…
—Espera —dijo ella, alzando una mano—. ¿Se lo
has contado a Pablo antes que a mí?
—Él
se puso furioso
porque Peter y
yo habíamos quedado
unas cuantas veces,
y porque nos
vio besarnos en Nochevieja…
—¿Cómo?
¡Espera! —Repitió Sarah,
y frunció el
ceño—. ¡Eso tampoco
me lo habías
contado! ¡Me has estado ocultando
cosas!
—¡Y tú no me contaste que te habías acostado con
un tipo estupendo en la cama!
Ella soltó un resoplido.
—Está bien. Es cierto. No importa. Entonces, ¿no
le has dicho a Peter que le has visto pasarlo muy bien, y que Pablo te contó
que se habían acostado juntos?
—No.
—Pues será mejor que lo hagas. Si él lo admite,
entonces todo estará más claro entre vosotros. Si no lo admite, sabrás que es
un mentiroso, y tendrás que alejarte de él.
—No quiero que sea un mentiroso —dije.
—Cielito,
es normal que
no quieras. Pero
pregúntaselo. Te sentirás
mejor. Hazlo como
cuando te quitas un esparadrapo:
un tirón, sin pensarlo, y después se terminó.
—Bueno, debería irme
—dije entonces, mirando
el reloj—. Tengo
que adelantar un
poco de mi propio trabajo, porque el resto de la
semana tengo que estar en el otro.
—Foto
Folks, fotos de
vuestras madres. Fotos
de vuestros padres
—canturreó Sarah. Aquel era el
tema musical de los anuncios de la empresa—. Fotos de señoras gordas con tiara,
¡fotos que harán que te desmayes!
—Muy bien cantado, gracias —dije yo—. Te estás
burlando de mi medio de vida.
—No lo será para siempre. Dentro de pocos meses
no necesitarás trabajar en ese sitio. Lo presiento. Tendrás tantos negocios que
no podrás hacerte cargo de todos ellos.
—Que Dios te oiga —dije yo, mientras me levantaba
y contaba el dinero para pagar la cuenta.
Sarah me miró con extrañeza.
—¿Has estado hablando con tu madre?
No había hablado con mi madre desde hacía mucho
tiempo. Sin embargo, últimamente había pensado mucho en ella, en pequeños
detalles. En cosas extrañas, como el pepperoni de la pizza.
—No. Debería llamarla. Pablo intentó que me
sintiera culpable por no hacerlo, y que la llamara, pero…
—Oh, que le den a Pablo —dijo Sarah
malhumoradamente—. Lali, sé que lo quieres, pero ese chico tiene que
dejarte en paz.
Yo pestañeé de la sorpresa que me causó su
vehemencia.
—¿Qué te pasa con él?
Ella se puso en pie y tomó el abrigo y el bolso
del respaldo de su silla.
Continuara...
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Hola chicas soy Cielo de http://casijuegosca.blogspot.com.ar Espero que les guste la novela! :D
masssssssssss
ResponderBorrarhaaa maass <3 !!!
ResponderBorrarmaassss <2
ResponderBorrarO.O Mass me encanta la nove
ResponderBorrarlali le va a preguntar a peter??
subi novela http://mimundolaliter-adaptaciones.blogspot.com/
besitos xau
que complicado todo =s lali todavía está enamorada de Pablo? Quiero más! Besos Naara
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